¿Será que 'se agotó el tiempo'?

El gobierno tiene viejas deudas con los que se han apoderado de Oaxaca y tiene miedo de usar la fuerza, porque en el pasado de ambos bandos hay muchos cadáveres insepultos.

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Dice el secretario de Gobernación que “ya se agotó el tiempo” y que se van a tomar “las medidas necesarias” ante los mafiosos de la CNTE. Uno lo oye y arquea la ceja izquierda, pone la mano derecha en el mentón y piensa: ¿será? Lo dudo. El gobierno tiene viejas deudas con los malhechores que se han apoderado de Oaxaca y otros estados del sur y occidente. Tiene miedo de usar la fuerza  seguramente porque hay en el pasado de ambos bandos muchos cadáveres insepultos que podrían salir a la superficie y, como en The walking dead, salpicar buenas conciencias y devorar carreras políticas y no sólo del partido en el gobierno.

Hay largos años de complicidades en esos lares y en otros, por eso las cosas han escalado hasta niveles trágicos. Sólo así  me explico cómo es posible que unos cuantos miles de personas puedan causar tanto daño a millones y no se haga nada desde el poder para meterlos en cintura y extirpar ese cáncer. 

El miedo, y no precisamente a los violentos manifestantes y sus amigos de los organismos “civiles” y “religiosos” que los “acompañan” y que gritan más que unas plañideras, sino a lo que pueden “cantar”, si les llegara la acción de la autoridad enérgica y eficiente, paraliza a los mandantes de las altas esferas, pero hay que decirles que es parte de la chamba. Es muy lindo salir en los periódicos y la tele, ser saludado con reverencia y temor en muchos círculos, comer en los mejores restaurantes, beber los mejores vinos, viajar en autos y aviones de lujo, todos ellos privilegios de la autoridad, pero no pueden olvidar el otro lado de la baraja: no los pusimos para eso, sino para ser garantes de la paz, la tranquilidad y la armonía social –únicas vías al progreso-. Yo no digo que vayan a matar, sino a poner en orden a mafiosos y delincuentes que vulneran los derechos humanos de millones.

Tras este discurso incendiario, desfrunzo la ceja, quitó la mano derecha del mentón y pongo cara de escéptico: ¿lo veremos?

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