¿Seremos sexys para Exxon, BP o Shell?

La reforma que se acaba de promulgar va encaminada a atraer inversiones multimillonarias de firmas privadas, pero dependerá de los controles que se establezcan para evitar que se sigan dando fugas.

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Ya con una reforma energética promulgada, hay dos cosas de las que pocos o casi nadie habla en cuanto al estado de Petróleos Mexicanos. Una tiene que ver con el estado de la industria energética nacional y la otra con el factor humano (empleados, sindicato, etc.)

Sobre el primer factor, hay un hecho: sin inversión (sea pública, privada, nacional, extranjera) México no podrá explotar la que se considera la segunda reserva petrolera más grande del mundo que no ha sido aprovechada, después del la del Ártico. Los estudios sobre la reservas indican que tenemos entre 35 mil y 90 mil millones de barriles de reservas probadas en shale y crudo en aguas profundas. Aparte se consideran las reservas de gas natural, que podrían llegar a ser de 100 mil millones de metros cúbicos.

Pero la inmensa mayoría de estas reservas son difíciles de explotar. De ahí la súplica de Pemex de que necesita unos 60 mil mdd al año en inversiones generales. Ahora no destina ni la mitad. Por ello, la producción ha venido decreciendo: de 3.4 millones de barriles por día en 1984, actualmente se producen 2.5 millones y sigue a la baja.

Según Diamela Plipsack, una experta en análisis de inversiones en el sector energético de ETFdb.com, el problema es que Pemex tiene un rezago de años hasta que pueda alcanzar las reservas en el Golfo de México o las de los campos de Chicontepec (donde se calculan unos 10 mil millones de barriles recuperables).

Ahora bien, lo complicado deriva del precio futuro que tendrá el barril en los próximos años. Las tendencias indican que si el precio es de 100 dólares, sería interesante para las empresas extranjeras acercarse a explorar y participar en la producción de crudo en aguas profundas del Golfo. Ahí, dicen, se calculan entre 40 mil y 60 mil millones de barriles que se podrían recuperar.

La reforma que se acaba de promulgar va encaminada a atraer inversiones multimillonarias de firmas privadas, pero dependerá de los controles que se establezcan para evitar que se sigan dando fugas, tanto de recursos como de energéticos en sí, vía tomas y ductos clandestinos. 

Firmas como Exxon, Chevron y BP han dicho en sus llamadas con analistas que les interesaría participar en esos proyectos. Pero todo dependerá de cómo se configura el futuro energético de la región.

Hay enormes cantidades de energéticos fósiles recuperándose de Canadá y de zonas petrolíferas de Nebraska y Oklahoma (en depósitos de shale). Al ser más baratas de producir, el reto estriba en que en México se delineen proyectos atractivos y blindados ante la corrupción. 

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