Hay días en los que tenemos más desarrollada determinada capacidad, más acentuado algún gusto en particular, más predisposición para cierta actividad. Hoy siento deseos de detener la mirada en uno de los géneros literarios que más me gustan, las lecturas de y sobre los Salmos, estas bellas mezclas de poesía, canción, reflexión y oración.

El libro que escojo para compartirlo contigo es de la Editorial Planeta, en pasta dura y con una sobreguarda; como si ambas características nos hablaran de proteger lo que se conserva al interior de las páginas. En la portada hay una imagen ¿medieval? en la que un ¿campesino? parece derramar semillas que toma de un ¿canasto? que lleva encima; simbología que nuevamente llama mi atención: salmos como semillas, a la paciente espera de ser derramados, con la probabilidad de germinar y dar fruto.

El autor de libro que leo es C. S. Lewis; estudiante y profesor en Oxford; profesor de literatura en Cambridge; autor de obras infantiles-juveniles, como Las crónicas de Narnia, hoy considerada ya un clásico de este tipo de creación artística; quien ha cultivado igualmente el género ensayístico. El título del texto es Reflexiones sobre los Salmos, obra publicada por vez primera en 1958; la edición que leo es del año 2010, en una traducción de Alfredo Blanco Solís.

El libro contiene una nota del traductor, una introducción del autor, una selección comentada de los Salmos compuesta por once partes, y dos apéndices finales con la transcripción de algunos de estos discursos bíblicos. Las reflexiones versan sobre la naturaleza y las escrituras, la muerte y las maldiciones, el juicio y las alabanzas, la belleza y la dulzura; todo ello enmarcado en la profundidad que los significados pueden alcanzar.

Los apéndices comienzan en la página 185, y contienen los Salmos 8, 19, 36, 45, 68, 104, 110; he aquí las semillas ¿las siembras?.