Siempre nos quedará Pyongyang, mon amour

Allí donde Kim Jong-un hace su nido y, entre más lo critican los corifeos de Washington, Moscú y Seúl, más le anda por sentirse el Stalin del lejano oriente.

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Lo bonito de reencontrarse con la realidad tras la Semana Santa es darse cuenta de que, a pesar de las condiciones en que se encuentra la patria en el mundo de caramelo peñiano, hay grupos que conservan e incentivan la ética de trabajo y no caen en las tentaciones de la vacación y la autocomplacencia.

Ahí tenemos a los ejemplares trabajadores de la industria del lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar que, en un acto que  quisiéramos ver en otros gremios que se duermen en sus laureles, a primera hora ya habían cerrado Bucareli para exigirle toda clase de demandas al secretario Osorio Chong que, si se hubieran informado, habrían sabido que no estaba en su oficina —y aunque hubiera estado, de seguro no los habría atendido, ni que estuvieran de moda —.

Si en San Lázaro tuvieran esa porfía, ya hubieran ido y regresado de Pyongyang con el problema resuelto de las dos Coreas (por cierto, ayer afirmé que La guerra de Corea era una cantina que salía en una película de Capulina cuando, en realidad, es en una de Tintán, lo cual mejora sensiblemente la referencia), allí donde Kim Jong-un hace su nido y, entre más lo critican los corifeos de Washington, Moscú  y Seúl, más le anda por sentirse el Stalin del lejano oriente. Kim Il Sung estaría orgulloso y Kim Jong Il ya estaría apretando el botón rojo. 

Como sea, en esa misma lógica laboral sin tacha están también los matarifes de la patria, que en los 
cuatro meses de la presente administración siguen incrementando los números en materia de ejecutados. 

Yo digo que con el trutrú al juicio de amparo que tanto han exaltado jueces y funcionarios —tanto que hasta dan ganas de ampararte—, el que debería de inmediato tomarles la palabra es Gabino Cué, el góber oaxaqueño que se la pasa haciendo reformas a la reforma educativa hasta quedar bien con centenistas, sentenistas y chuayfetistas y hasta con los maras salvatruchas. Y si llega tarde, los bloqueos son gratis.

Peña va para China y Japón, podría tratar de reparar el problema de las dos Coreas proponiendo profundas reformas estructurales y con un Pacto por México a la asiática que, como bien sabemos, son la panacea. 

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