Hoy celebramos la Nochebuena, fecha en la que es común reunirse en familia para cenar e intercambiar regalos. Y aunque la celebración tiene un origen estrictamente religioso, ya que en realidad estamos en la víspera del día de la Navidad, que conmemora el nacimiento de Jesucristo en las primeras horas de la madrugada del 25 de diciembre, se ha convertido en una celebración universal de carácter cultural y familiar que también realizan muchas familias no creyentes o pertenecientes a otro credo religioso.

Se trata de una fiesta repleta de signos, formas y tradiciones, formando una rica mezcla intercultural cargada de sentimientos. Intensa, profunda, por lo general alegre, aunque nunca exenta de dolor, especialmente cuando se ha vivido alguna desgracia personal alrededor de la fecha. Una celebración propicia para la reflexión, el análisis, para ejercitar la práctica del perdón, de la misericordia. Una espléndida oportunidad para el crecimiento personal, para limpiar el alma, para trascender.

La Navidad puede tener para cada persona un distinto significado, pero lo importante es que tenga uno, que tú le des sentido, algo que sea importante para ti y para tus seres queridos. No se trata de lujos o miserias, de la vestimenta, la música, la bebida o la comida, se trata de ese enlace espiritual con algo trascendente, se trata de hacer que cada momento tenga significado.
El gran novelista, ensayista y periodista ruso Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky, considerado uno de los más grandes escritores de la literatura universal del siglo XIX, alguna vez dijo: “El secreto de la existencia humana está, no sólo en vivir, sino también en saber para qué se vive”.

¿Sabes para qué vives? ¿Cuál es tu misión, tu propósito, la función para la que has sido colocado justo en este lugar y en este momento de la historia? Conviene hoy plantearse estas y otras preguntas, creo que es una buena base para profundizar en el análisis personal y encontrar una o varias respuestas que nos lleven a vislumbrar con claridad cuál es el sentido de nuestra propia existencia.

Explora cómo han sido tus relaciones con tu familia, con los amigos, los compañeros de trabajo o de escuela. Si practicas una religión, cuán intensa o profunda ha sido tu relación con Dios. Indaga en tu interior cómo has trabajado tu crecimiento personal, profesional y espiritual.

Hoy te invito a pensar en cómo darle un significado especial e importante a esta Navidad, o más bien en cómo darte a ti mismo ese significado, ese sentido que hará la diferencia para ti, tu familia y tus amigos.

También quiero aprovechar para agradecerte profundamente tu compañía y el favor de tu atención al leer esta columna, este medio que nos permite establecer un vínculo de comunicación cada sábado. Tus comentarios recibidos en la calle o por otros medios me motivan y llenan de aliento.

Deseo para ti y tu familia una muy feliz Navidad.