Silencio cómplice

Lo que le ocurrió a una regidora del municipio de Tekantó, que fue agredida por un funcionario del Ayuntamiento, no ha tenido consecuencias porque el Gobierno ha pasado de ser defensor de los derechos a cómplice de la violencia contra la mujer.

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El pasado mes de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, cuya finalidad es hacer conciencia en la sociedad de la importancia de salvaguardar los derechos humanos de las mujeres que, hasta el día de hoy y a pesar de los avances logrados, todavía son vulnerados tanto en el ámbito doméstico como en el ámbito público.

Y al hablar de derechos humanos me refiero al derecho a la igualdad de oportunidades, a los derechos civiles, políticos, patrimoniales y, desde luego, al derecho que tienen de vivir una vida libre de violencia.

La educación tradicional privilegió por muchos años los derechos de los hombres por encima de las mujeres y colocó a la mujer en una posición inferior al hombre. A mediados del siglo pasado las mujeres se organizaron para exigir que sea reconocido su derecho a la igualdad, de ahí nació el movimiento feminista que rompió las barreras tradicionales y comenzó la lucha por la defensa de sus derechos humanos.

A más de 60 años del surgimiento del movimiento feminista, hoy en día vemos que se han logrado grandes avances mediante leyes más justas que protegen sus derechos, así como políticas públicas destinadas al adelanto de las mujeres.

La sociedad avanza en el reconocimiento de la igualdad, sin embargo, la mayoría de las veces calla cuando ante sus ojos una mujer es agredida. De poco sirven los avances logrados si como sociedad seguimos guardando silencio ente estos  hechos.

El pasado 27 de marzo una mujer regidora del municipio de Tekantó fue fuertemente agredida y golpeada por un funcionario de la Comuna, y hasta el día de hoy, a pesar de las denuncias presentadas ante la Fiscalía y ante la Codhey, estas instituciones no han dado respuesta, el funcionario agresor sigue en su puesto, y al parecer todo será olvidado mediante el silencio cómplice de quienes tienen la responsabilidad de proteger los derechos humanos.

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