Sin PRI, no podré vivir jamás

Lo de maderistas vs. corderistas es coreografía. Está mejor la bronca Catémoc Blanco y Rafa Márquez.

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Cuando pensábamos que Dios no nos iba a prestar vida para ver al PRI en un nuevo apogeo, hoy, a sus 85 años, lo contemplamos en todo su esplendor, más tricolor que nunca, con todos los choznos de don Plutarco injertados en minions del tricolor, instalados en lo que viene siendo, según palabras de su líder, Camacho Quiroz, el advenimiento de un nuevo paradigma: el priismo-peñista.

Ya sin los atavismos medievales de un retardatario y nebuloso concepto (la sana distancia entre el partido y el Ejecutivo), las fuerzas vivas del Revolucionario Institucional pueden entregarse a la fe única del Tlatoani que se asoma al espejo de Tezcatlipoca y se la pasa de poca.

Y es que mientras tanto en la triste, húmeda y fría Baticueva de la oposición, no hay alegría, es como Ucrania con autodefensas financiadas por Putin que se hace pasar por un demócrata que desconfía de los otros.

Cuando el PRI celebra con la folclórica mesianía de una epopeya faraónica la unidad de su linaje, el PAN y el PRD se extravían en un laberinto de pasiones a la Robespierre Región 4.

Los azules no solo descubren lo que ya sabíamos, que se parecen tanto al PRI que no pueden engañarnos, sino que sus valores fundamentales, basados en un prístino sentido de la honestidad han derrapado con la cáscara de Bacardí de la corrupción donde la punta del iceberg son la Estafa de Luz, la narcoguerra y ahora el escándalo foxiano-calderónico-mouriñesco de Oceanografía. Lo de maderistas vs. corderistas es coreografía. Está mejor la bronca Catémoc Blanco y Rafa Márquez.

En tanto, el PRD está tan mal que han tenido que recurrir al ingeniero para recuperar lo que queda de la institución que, gracias a las administraciones chuchistas nada leninistas en la boca llevará sabor a PRI. O sea, regreso a los noventa. La llegada de Cárdenas a lo mejor serviría para mantener un rato en calma a las tribus, pero al final podría desatar cosas peores con su lista de exigencias autocráticas.

Todo indica que exige más cosas para presidir el PRD, que Luis Miguel para dar un concierto a favor de los damnificados de Guerrero que son como los damnificados del perredé. Eso sí, lo que está aún peor es que para empujar el tema, los diputados del PRD se tomaron un selfie como si Cárdenas fuera Ellen Degeneres, bola de degenerados. Sí, ya estuvo con estas burdas imitaciones que hasta los panistas armaron con Cordero. Como sea, curioso que Peña se declarara orgulloso de ser priista. Ni Salinas. 

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