Sinfonía adolescente

Explora tópicos como el tiempo y la memoria mediante metáforas visuales y auditivas.

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Una cacofonía de voces jóvenes y adultas se escucha mientras vemos una escena en blanco y negro, al tiempo que una voz en off reza: “El 14 de diciembre de 1761, humillantemente vestido con una corona de piel de venado, el rebelde maya Canek entró a la ciudad de Mérida donde fue condenado a perder los brazos y piernas a golpes,  al ser su carne desgarrada con tenazas, cosas que bien pudieron suceder de una manera o de otra, eventos que nunca sucedieron, direcciones imposibles de seguir, enseñanzas condicionadas por ideologías perecederas…”.

Así inicia el cortometraje “Sinfonía adolescente” (Producciones Ananda, Yucatán, 2014), dirigido y escrito por Carlos Hoyos y Marytere Narváez, producido por Mario Galván Reyes, con actuaciones de David Castillo Acal, Karime Calderón y numerosos extras que componen parte del talento local que participó en la filmación, que apenas el año pasado recibió el premio “Puerta de Tierra” al mejor cortometraje en la Selección Oficial Sureste del Campeche Film Festival.

Ahora bien, esta producción, que es 100 por ciento yucateca, inicia el periplo de presentaciones en festivales y muestras tanto nacionales como internacionales, pues durante el 2015 ya se ha exhibido como selección oficial de Artemergente, en el marco de la Bienal Nacional Monterrey acontecida en marzo, y mientras escribo estas líneas y a lo largo del mes, será visto en el Festival Cine Mística (Granada, España) y en el Festival Internacional de Videoarte de Madrid IVAHM 2015 (Madrid, España).

El cortometraje, con fotografía en blanco y negro y a color, explora tópicos como el tiempo y la memoria mediante metáforas visuales y auditivas, que dotan de una atmósfera onírica las secuencias que se entrelazan y fluyen sobre la música de fondo o la voz en off del narrador. Algunos de los planos y secuencias tienen reminiscencias de Fellini, en específico de 8½, al menos para el que esto suscribe.

La música original es de Iván Flores, misma que fue complementada con fragmentos del Popol Vuh y la Rapsodia en azul, de George Gershwin. Algunas de las locaciones utilizadas fueron la casona de estilo ecléctico afrancesado diseñada por el arquitecto Manuel Amábilis (artífice de lo que posteriormente daría en llamarse estilo Neomaya) que se encuentra en la calle 59 con 54 Centro, las casonas contiguas con su característicos arcos ojivales de la calle 65 entre 82 y 84 (una de ellas hoy día alberga la papelería La Guadalupana y que a decir del estudioso del arte yucateco Jorge Cortés Ancona probablemente datan de épocas del Porfiriato) y el Parque Zoológico del Centenario. 

Como vemos, en cuanto a temática y escenarios, este cortometraje es digno representante ante del mundo de la historia yucateca.

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