Sobre el Centro Histórico de Mérida

Un plan integral para el rescate del patrimonio cultural que se encuentra en esta zona debería incluir el hecho de volver las calles exclusivamente peatonales.

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La semana pasada me referí a la “Noche blanca” y a la importancia de realizar actividades similares de manera constante, pues de unos años para acá el centro se ha ido revitalizando gracias al interés de inversionistas y empresarios tanto locales como extranjeros que apenas comienzan a explotar el potencial del Centro Histórico de Mérida.

Lo anterior cobra especial relevancia dadas las recientes exigencias de aumentar las tarifas del transporte público que, dicho sea de paso, son de las más onerosas de todo el país, máxime si tomamos en cuenta que en Yucatán las distancias son cortas y en terreno plano, lo cual no se corresponde con el gasto extra que pretenden cobrarle a los usuarios del transporte público que se encuentra en su mayoría en pésimas condiciones.

Estos dos tópicos en apariencia disímbolos tienen en realidad una estrecha relación, pues en años recientes se ha propugnado porque se retire a los camiones y el tránsito en general del centro, pues el tráfico cada vez es peor y eso sin mencionar la contaminación auditiva y estética en menoscabo de la gente y edificios en los alrededores de la plaza grande. 

Basta con que usted se fije en la arquitectura colonial y ecléctica que se encuentra entiznada gracias a las emisiones de gases contaminantes de las unidades de transporte público.

Si el Ayuntamiento en conjunto con el Gobierno del Estado elaborara un plan integral para el rescate del patrimonio cultural que se encuentra en esta zona, debería incluir el hecho de volver las calles exclusivamente peatonales, pues esto detonaría una mayor afluencia de visitantes, actividad comercial y cultural, ya que existen ejemplos de éxito probado al tomar estas medidas. 

A saber: Campeche y San Cristóbal, cuyos corredores turísticos se encuentran atestados de galerías, museos, cafés, restaurantes, bares y comercios de todo tipo, que han dotado de renovada vitalidad sus respectivos centros. 

Lo mismo sucedió en la capital del país en las emblemáticas calles de Madero, Regina y aledañas, donde la calidad de vida ha aumentado dado que la gente puede andar tranquilamente a pie o en bicicleta.

Mientras que en el D.F. el principal enemigo es la inseguridad, en el caso de Yucatán contamos con todo para ser un caso de éxito, pero tenemos un peor enemigo: los enquistados sindicatos de camioneros y la oligarquía yucateca, principal interesada en que los paraderos de camiones coincidan justo donde sus intereses económicos se encuentran: nuestro bienamado Centro Histórico de Mérida.

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