Sobre el cine mexicano
Lo poco relevante que se ha hecho ha sido laureado ciertamente, pero son garbanzos de a libra.
Recientemente en una charla con un estimado y brillante amigo -que alguna vez fuera mi gurú literario en años formativos- surgió el tópico de la importancia y el valor que tiene el cine mexicano, siempre girando sobre una premisa provocadora: que a los mexicanos se les debería prohibir hacer cine (porque salvo excepciones, somos muy malos en ello).
Fuera del comentario caústico y antes de que muchos puristas pongan el grito en el cielo (nada como picar el absurdo orgullo nacionalista para generar discordia y airadas críticas), vale la pena reflexionar a este respecto preguntándonos cómo y dónde situar la producción cinematográfica mexicana.
Habría que partir desde la premisa que nos atañe: ¿qué hemos aportado a la cinematografía mundial a lo largo de las épocas? En cualquier encuesta internacional sobre las mejores producciones fílmicas de la historia no aparecemos ni en el top 50, y muchas veces ni en el top 100.
Si bien en sus distintas épocas hemos tenido directores y filmes que han sido buenos -sin calificarlos de geniales- hasta llegar a la época contemporánea, lo cierto es que nunca hemos estado al día con las vanguardias mundiales.
Lo poco relevante que se ha hecho ha sido laureado ciertamente, pero son garbanzos de a libra que cobran especial fulgor solamente cuando los comparamos con nuestra lamentable producción nacional.
Pero habiendo talento en nuestro país -que no tradición porque si revisamos a fondo incluso en nuestra época de oro encontramos que más allá de la nostalgia poco hay de rescatable y que se mantenga vigente-, identificamos que la raíz del problema no es la falta de creadores, sino la falta de apoyos a este rubro.
Teniendo disciplinas como las artes visuales, el teatro, la música y la literatura, que se defienden aquí y fuera de nuestras fronteras, resulta sintomático el poco respaldo que tiene la industria cinematográfica en comparación con las artes antes mencionadas, lo que redunda en que para hacer cine en México, se tenga que caer en lo comercial para que sea redituable, dando lugar a los desastrosos resultados que pueden verse reflejados en la taquilla y en la cartelera.
Y lo que es peor: tal y como me comentó otro amigo, el mejor cine realizado en México es el que casi no se ve ni llega a exhibirse, pero yo soy de la filosofía de que un cine que no se ve, no existe.