Sobre el humor negro (I)

Alguna vez André Bretón dijo que México era el país ideal para el humor negro...

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Felicidad: Dícese de la contemplación de las desgracias ajenas.- Ambrose Bierce

Recorriendo las calles siempre en busca de tesoros, rarezas y gangas literarias, cayó en mis manos el libro antologado y traducido por Oscar Balmayor: “Diez maestros del humor negro” (Bruguera, 1977), donde se recogen textos de Alphonse Allais, Antón Chéjov, O. Henry, Mark Twain, Alfred Jarry, Villiers de L’Isle-Adam, Saki, Jonathan Swift, Thomas de Quincey y Ambrose Bierce, cuya lectura motivó el siguiente comentario.

Si bien la cultura anglosajona ha sido pródiga en este tipo de humor, partiendo de su precursor, el brillante vicario Swift, en México pocos consumimos –o entendemos- este tipo de bromas, pues el mexicano, todo nervio y corazón, puede reírse de la desgracia siempre y cuando ésta no toque su devoción, sensibilidad y pasión fanática hacia lo que considera más sagrado.

Lo anterior no es de extrañarse, pues culturalmente el humorismo que se cultiva en los medios de comunicación nacionales no ha evolucionado en los últimos 50 años, razón por la cual existen varias generaciones que crecieron al desamparo del chiste fácil, la parodia y el pastelazo, sin un ápice de sátira, ironía, cinismo o sarcasmo, ingredientes fundamentales del oscuro humor.

Para Eduardo Stilman, “el humor negro constituye la expresión humorística más audaz, el alzamiento más herético contra la ley del lugar común: extiende la contradicción a los valores más venerados; los trastoca, los identifica y los anula. Tras la batalla, muchas veces es difícil saber qué se ha ganado y distinguir al triunfador”. Y es que esto siempre ocurre en la sociedad mexicana, donde a falta de entendimiento, de autocrítica y de sentido común –el menos común de los sentidos- frecuentemente una discusión o debate puede acabar en una batalla campal cuando alguno ve ofendida su frágil sensibilidad. En este tipo de enfrentamientos sólo puede ganar la inteligencia, aunque a veces ésta se lleve un ojo morado…

Ahora bien, alguna vez André Bretón dijo que México era el país ideal para el humor negro, sin embargo, fuera de los círculos intelectuales, esto jamás se cumplió a cabalidad, pues el ciudadano de a pie tiene problemas a la hora de consumir y procesar el humor negro, lo cual es comprobable al analizar sus hábitos de consumo: qué lee (si es que lee), qué comedias ve en la TV (¿Seinfeld?), qué cine le gusta (los Coen y Woody Allen), etc. En próxima entrega, abordaré a nuestros propios exponentes de la negrura humorística.

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