Sobre 'Falsa liebre'

El mayor mérito de esta primera obra de ficción de Fernanda Melchor sin duda es la creación de atmósferas y los logrados diálogos.

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Violencia física, sexual y psicológica. Drogas, alcohol y salsa. Una región costera donde la canícula abrasadora saca lo peor de las personas. Un entorno donde la muerte admite regateos. Estos son los principales tópicos de la novela “Falsa liebre” (2013), de la veracruzana Fernanda Melchor.

El libro gira en torno a dos ejes: la historia de dos hermanos, Andrik y Zahir, que comparten desgracias familiares y un nexo más allá de lo sanguíneo. El otro, el de las aventuras de Pachi y Vinicio, compinches del mismo barrio, en constante pugna con las vicisitudes propias de su localidad.

La novela se encuentra apuntalada en la dualidad, no sólo de los personajes que vienen agrupados en pares, sino en las facetas que la autora decide mostrar, pues por un lado está la visceralidad de lo inmediato, de lo cotidiano y, por otro, el mundo interior de cada uno, donde al lector se le permite profundizar en sus anhelos, deseos, frustraciones y demás taras.

También el libro se divide en dos partes: en la primera, nos pone en el contexto de una ciudad calurosa y violenta, donde el mar casi aparece como un personaje más, pues provee el marco donde se desarrollan las acciones, ya que, gracias a las minuciosas descripciones –sin llegar al dato duro de las crónicas por las que es conocida la autora de “Aquí no es Miami”-, podemos intuir que se trata de Veracruz.

El mayor mérito de esta primera obra de ficción de Fernanda Melchor sin duda es la creación de atmósferas y los logrados diálogos que en conjunto nos dan una narración rica en detalles, pero sin llegar al preciosismo ni al barroquismo, pues el estilo crudo nos ahorra el ornamento trasladándonos de una acción a otra, directo al delito. Virtud que se agradece, pues nos lleva a la yugular de ambas tramas sin escalas.

Sin embargo, aunque la tensión dramática lleva un ritmo sostenido, me parece que queda a deber, ya que no llega a cuajar del todo. El desenlace se percibe de cierta manera forzado, por entrelazar las dos historias, cuestión innecesaria y que da como resultado un final flojo, dados los giros previos a los que es sometido el lector y que lo van preparando para algo más que la mera conclusión anticlimática que no termina por convencer.

Mención aparte merece el pésimo cuidado de la edición, llena de errores sintácticos, gramaticales y demás gazapos, incluso en la paginación del índice, que por lo demás es molesto e imperdonable para un libro del precio, factura y calidad que uno esperaría de una editorial como Almadía.

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