Sobre la necesaria crítica (I)
En la crítica, reseña, ensayo o comentario de reflexión, que son parte de los géneros opinativos, la subjetividad reina absoluta e ineludiblemente.
Me alegra que el panorama de la cultura y las artes vaya desarrollándose y ampliando la oferta para los grandes, medianos y pequeños públicos que por una u otra razón se han visto interesados en acudir a las diversas manifestaciones artísticas que acontecen en nuestro estado, por lo que, como era de esperarse, la creciente necesidad de la crítica como contraparte a dichas expresiones va cobrando cada vez más importancia en nuestro medio.
Es por ello que, de un tiempo a la fecha, diversas voces se han levantado para exigir crítica y críticos, sin tomar en cuenta que en este aspecto la comunidad yucateca se encuentra prácticamente en pañales, ya que, como advertí alguna vez en un texto mío publicado en la revista Soma, el aparato crítico aún no se ha conformado a cabalidad.
Esto pese a que la relación entre el consumo cultural y la recepción crítica en nuestro estado sigue sin ser estudiada profundamente, y cuyos alcances –para el ojo y oído avezado– apenas podemos vislumbrar en los comentarios y resultados que circulan en la calle, en los medios impresos y en las redes sociales.
No se puede ser descuidado a la hora de criticar, sus consecuencias van desde recibir una mentada de madre hasta destruir la trayectoria de algún artista o la relevancia de un evento. Todo depende de la pluma y de qué tan bien cimentado esté el análisis crítico en cuestión.
Por otro lado, tampoco se debe seguir pensando con los viejos moldes que dicen que el periodismo –en este caso cultural–, debe ser objetivo, veraz, oportuno y demás adjetivos que enaltecen el oficio pero que a estas alturas resultan caducos y superados. No, la cosa no va por allá.
En la crítica, reseña, ensayo o comentario de reflexión, que son parte de los géneros opinativos, la subjetividad reina absoluta e ineludiblemente. Esto nunca debe perderse de vista, y los que escribimos o informamos en algún medio de comunicación no poseemos la verdad incorruptible, sino que en muchos casos nos equivocamos –aunque sean mucho menos los que lo admitimos–, lo cual confunde a los probables lectores, quienes en muchos casos toman en cuenta lo escrito o visto en algún medio como proveniente de un experto en la materia.
Sobre éstos y otros menesteres continuaré mi reflexión la próxima semana...