De un tiempo para acá poco se ha dicho y hecho sobre la literatura y los proyectos editoriales tanto de Mérida como de Yucatán, es decir, el panorama literario al menos en el municipio y el  estado durante el 2013 hasta ahora ha sido nulo por no decir inexistente, cuestión que se suma a otras deficiencias que ya llevan varios años sin poder ser subsanadas.

En el caso de la Sedeculta (cuyo jefe de literatura es Jorge Cortés Ancona), hará un par de años que se dejaron de hacer presentaciones de libros, pues resultó notorio que muy poca gente asistía y los pocos que iban acudían por el brindis de honor. Asimismo, se argumentó que era mejor destinar dichos recursos a un programa de television de entrevistas a escritores locales y nacionales que se transmite o transmitía en Canal 13. No hay forma de saberlo, pues ignoro si realmente tuvo un impacto social y masivo.

Del lado del municipio, teníamos el Fondo Editorial del Ayuntamiento de Mérida, el cual año con año emitía su convocatoria y publicaba como mínimo 3 libros, pero que en este 2013 al parecer ha desaparecido, pues apoyos para artes escénicas, música y artes visuales ya se han otorgado, pero irónicamente el director de Cultura, Irving Berlín, siendo poeta y academico no lo ha contemplado.

A ello hay que sumarle que si bien ambas instituciones en años anteriores han sido pródigas en publicaciones y que en el sexenio pasado la producción editorial fue la más cuantiosa de la historia, esto sólo ha causado impacto en las bodegas de cada uno, donde miles de libros se encuentran embalados sin llegar a venderse ni distribuirse apropiadamente, amén de que cuando se publican no pasan de la geografía peninsular, por lo que nuestra literatura y escritores son virtualmente desconocidos en el resto del país.

No fue sino hasta hace tres años que se les ocurrió coeditar libros en editoriales con distribución nacional como Ficticia, Jus y Tierra Adentro, por mencionar algunas de mediano alcance, pues seguimos sin coeditar con las grandes del mercado y los pocos libros que tuvieron esta suerte fueron los ganadores de las bienales y de los premios de poesía municipales, en algunos casos dados los propios esfuerzos de los autores que se preocuparon porque sus libros no se perdieran entre la avalancha de papel que se acumula dentro de los límites del rancho (Continuará).