Sofía Loren: ayer, hoy y mañana…
La Loren, a pesar de su edad, conserva algo que ni Cronos ni la gravedad le han podido quitar: encanto, clase y personalidad.
Una de las raras y pocas satisfacciones que uno tiene como periodista es conocer en vivo a aquellos artistas que son objetos o sujetos de admiración. Máxime si se trata de estrellas del cine, inalcanzables e intangibles a través del celuloide, pero que perviven siempre en la memoria del espectador que puede o no ser un cinéfilo empedernido.
Ayer
Con motivo de la presencia de la gran diva del cine italiano en México -país al que vino a celebrar su cumpleaños número 80 con una serie de exposiciones, presentaciones y retrospectivas fílmicas gracias a los esfuerzos conjuntos entre el magnate Carlos Slim y Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Conaculta-, el pasado 19 de septiembre tuve la oportunidad de asistir a la ceremonia donde se le entregó un Ariel honorario a Sofía Loren, de manos del realizador Felipe Cazals.
Hoy
Mientras escribo estas líneas, rememoro la emoción anticipada, al saberme poseedor de una de las pocas invitaciones repartidas a tan exclusivo evento –el cómo, pertenece a los secretos del oficio-, donde me batí con el aluvión de gente y periodistas que, imantados, buscaban estar cerca de la bella donna ya legendaria entre cualquiera. Hoy mientras golpeo incesante las teclas de mi ordenador, recuerdo cómo me temblaban las manos al estar de pie a un metro de ella, como si de una imagen etérea se tratara, pues La Loren, a pesar de su edad, conserva algo que ni Cronos ni la gravedad le han podido quitar: encanto, clase y personalidad.
Una vez que la todavía voluptuosa octogenaria se retiró después de la ceremonia, la totalidad de los medios y la mayoría de los villamelones se retiraron de la sala principal de la Cineteca Nacional. Sin embargo, he de reconocerle a Tovar y de Teresa que haya regresado a sentarse a escasos 3 lugares de mí, pues no cualquiera es partícipe de aquella centenaria comunión que es el rito de ser un espectador más.
Mañana
Sin importar a dónde nos lleven las oscilaciones interminables de este planeta y de nuestras pequeñas y particulares historias, en la memoria colectiva siempre perviven aquellos mitos que hemos idealizado hasta convertirlos en inmortales. Tal es el caso de Sofía, aquella romana que alguna vez contoneara las caderas por las calles napolitanas, con el escote avante. O de Loren, quien le hiciera un striptease a Mastroianni que todavía hoy 50 años después es recordado como un hito en el cine, en aquel filme de otra leyenda, Vittorio de Sica, que le dio título a esta entrega: “Ayer, hoy y mañana” (1964).
Si no sabe de quién hablo o no ha visto sus memorables películas, todavía puede correr a conseguirlas, pues mañana hay tiempo, siempre mañana…