Sola con mi esperanza púrpura
Enamorada del amor y sin remedio, me paro detrás de las horas y me aferro necia a su costado, mientras veo cómo la vida se le va sin mí.
Arrullada por el jazz y el blues, me entretengo enamorando al pasado, deshaciéndome de las horas, como los pétalos al amor, deseando mi único deseo, mi último deseo, mi déjà vu; aquel ménage à trois, entre él, la complicidad y yo.
Entonces me paro detrás de las horas, en lo alto del silencio, hasta detenerme por un ratito de romanticismo y desaciertos, y dejo que por un momento se me enfríe un poquito el corazón, con ese único deseo en la punta de la lengua, que sé que me dejará de la peor manera: con los sueños rotos entretejiéndome las piernas, con una esperanza púrpura sobre los labios, con el deseo oscureciéndome la mirada, y sin un solo rastro de razón.
Enamorada del amor y sin remedio, me paro detrás de las horas y me aferro necia a su costado, mientras veo cómo la vida se le va sin mí, mientras admiro cómo la vida se me va sin él, separados por el vaivén del tiempo, mientras las estrellas caen del cielo, mientras en lo alto del silencio, me rindo a mi único deseo.