Una solución a la mano

Anunciaron un aumento de precios a causa de la depreciación del peso frente al dólar. La economía entra en conflicto.

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Anteayer sábado, Milenio Novedades nos dio una noticia que ya se esperaba: habrá aumento de precios a causa de la depreciación del peso frente al dólar. La economía ha entrado en una espiral alcista que no se ve cómo pueda detenerse.

Las explicaciones de los expertos y sus augurios no dan pie a la esperanza: la cosa se va a poner peor para México, una economía que quiso jugar en las grandes ligas y aupó ilusiones sin fundamento en la realidad. Hoy la situación es irremediable y esa terca realidad nos aporrea duro.

Vivimos en un mundo interconectado e interdepediente y nadamos en un mar infestado de tiburones desalmados que buscan la máxima ganancia a costa de quien sea y como sea. Los chinos, en primer lugar, que se han apoderado de las finanzas hasta de la más poderosa nación del mundo: Estados Unidos,  cuya deuda externa (inmensa) está en poder de bancos de esa nación asiática, y nos han invadido con sus productos chafa, pero también con artículos de la más avanzada tecnología. Un dato: por cada dólar que vende México a China, compra 10 veces más (6.4 mmdd contra 61.3 mmdd en 2013).

¿Qué podemos hacer ante esto? Llorar no y mentarles la progenitora a los chinos tampoco. Yo creo –y que me perdonen los expertos- que en primer lugar necesitamos mirar hacia adentro. Epocas hubo en que Yucatán disponía de lo indispensable para satisfacer sus necesidades. Debemos regresar a la vida sencilla. Comprar lo que aquí se produce y que es de muy buena calidad y retomar la sana costumbre de sembrar en los patios lo que consumimos: desde apazote, rábano, cilantro y tomate hasta naranja agria, chinas y otros frutales, producir nuestras propias gallinas y tener suficientes huevos, tan necesarios para afrontar los problemas.

Si me dicen que estoy loco no lo voy a discutir, pero a veces una locura nos puede salvar. No perdemos nada con intentarlo y a lo mejor resulta aleccionador si involucramos a los niños. En lugar de ir a comer con doña Tau Sao sus feos fideos, cenar en el puesto de doña Rut unos sabrosos panuchos sufridos.

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