Del 'sueño americano' a la muerte

Presentamos los casos de tres yucatecos que perdieron la vida de forma violenta durante su estancia en los Estados Unidos, los tres en situación de ilegales.

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Hoy comentaremos los casos de tres yucatecos que perdieron la vida de forma violenta durante su estancia en los Estados Unidos, los tres en situación de ilegales, que fueron al vecino país del norte para mejorar su situación económica y la de sus familiares y encontraron la fatalidad.

El primer caso es el del “bracero” Freddy Roberto Canul Argüello, de 23 años y originario de Oxkutzcab. Este joven fue hallado muerto en julio de 2011, en San Francisco, Calif. Su cuerpo, o lo que quedaba de él, estaba dentro de un tambor metálico para basura en una callejuela de un barrio de latinos y negros. Lo habían descuartizado e incinerado.

En un principio se pensó que se trataba de un asesinato entre pandilleros mexicanos o por narcotráfico. Pero tras las investigaciones de la policía californiana, se pudo saber que la víctima era un joven gay y que la última persona con la que se le vio era el mexicano David Muñoz Díaz, de 22 años, con quien Freddy tenía una relación.

Al ser interrogado, el “novio” confesó que no había sido su intención asesinar a Canul Argüello, sino que, cuando estaban teniendo relaciones, le aplicó una “asfixia erótica”, para excitarse más ambos, pero que se le “pasó la mano” y, cuando se dio cuenta, su pareja había fallecido de un paro cardíaco por falta de oxigenación. La “asfixia erótica” es una práctica entre sadomasoquistas. Así murió el actor David Carradine (protagonista de la serie “Kung Fu”).

Otro caso de un yucateco asesinado en “gringolandia” es el del odontólogo Mauricio Bojórquez Carbajal, nacido en Campeche pero desde pequeño radicado en Mérida. Este profesionista optó por ir a probar suerte a Florida, donde halló la muerte. Tenía 30 años cuando fue acuchillado y baleado en una calle de Miami, en 1989, por una pandilla de sujetos de color. Al parecer se metió al bajo mundo de la venta de drogas y se la cobraron.

Por último, el aberrante asesinato de una adolescente yucateca en Iowa, en 1987. Esta chica, de 14 años y oriunda de un pueblo del interior del Estado, fue contratada por un matrimonio estadunidense para trabajar como servidumbre. Fue hallada muerta en el baño de la casa donde laboraba, con un desarmador clavado en el cráneo. Antes fue violada. Atraparon al asesino, un psicópata que se hizo pasar como fontanero y al que la jovencita inocentemente le abrió la puerta.

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