La suerte se trabaja
En las vísperas de 2016 uno de los amuletos más vendidos fue el del “borreguito de la suerte”, pero resulta que es una tradición con raíces bíblicas y origen secular en Europa.
Los símbolos juegan un papel importante en la vida. Nos los inventamos de todo tipo y por y para todo, quizá en el afán muy humano de obtener algunas certezas para ayudarnos a hacerle frente a los avatares de la vida. Si en alguna fecha esta inveterada inclinación se pone de manifiesto es en las celebraciones recién concluidas.
En esta ocasión, me propuse examinar las ocurrencias de quienes buscan en el azar, cuando no en la adivinación y las prácticas esotéricas, algún indicio sobre los días que vienen, en vez de analizar lo que se hace, ya que el futuro es consecuencia no de voluntades divinas o sobrenaturales, sino del trabajo y el esfuerzo.
En ese afán de curiosear este año –quizá por el temor que genera la incertidumbre económica (ahora que desde el feudo de don Agustín Carstens nos han advertido de que China, el motor del mundo, sufrirá un bajón en su crecimiento)- me encuentro con que en las vísperas de 2016 uno de los amuletos más vendidos fue el del “borreguito de la suerte”.
Yo apenas lo descubrí ahora –sabía de los calzones rojos o amarillos, según se quiera amor o dinero; de la maleta nueva si se pretende viajar, y algún otro-, pero resulta que es una tradición con raíces bíblicas y origen secular en Europa. Se dice que son un imán de la buena suerte, la prosperidad y el dinero y que para hacerlos más efectivos si esto último es lo que se desea hay que atarles una moneda al cuello. Son muy lindos, de distintos materiales (esto no tiene importancia) y se cuelgan detrás de la puerta de entrada a la casa. Si los sueña limpios y bellos y logra atraparlos, ya la hizo: prosperidad amarrada. Si están maltratados y con el vello manchado en sus sueños, mejor busque otras opciones porque no le conviene encomendarles su suerte.
Lo que es cierto es que a quienes los venden y los fabrican sí les trajeron abundancia porque se demandaron como pan caliente. También es cierto que no daña a nadie tenerlos los 12 meses detrás de la puerta. A lo mejor sí funciona. Feliz año 2016 y, como decía Kalimán: que la suerte te acompañe.