No hay ruido más estruendoso que los taxistas de Chetumal manifestando sus diferencias con "hacha y machete". Ello por los ataques que ha sufrido la virtual entrada, en ciernes de UBER para dar servicio en la ciudad de Chetumal, la empresa de servicio particular de transporte tipo taxi que se contrata por Internet. 

La experiencia y los derechos de los taxistas de Chetumal los tienen, indudablemente, pero ninguno exhibe algo que demuestre que conoce con profundidad lo que el caso amerita con respecto a ser considerados, o más allá, si tienen el nivel y experiencia reales para competir a la par con la excelencia y eficacia del servicio que ha demostrado brindar UBER en los lugares que le han dado libertad legal para brindar un buen servicio. 

Se abrió la posibilidad de consultar a la autoridad correspondiente para no optar por la represión facinerosa de los taxistas sindicalizados contra UBER. Pero se confirma con la intención de hechos vandálicos manifestada con hacha, machete y gritos insultantes, ninguna de las organizaciones que llevan años dedicadas al servicio de taxis en Quintana Roo ha sido llamada a participar en un diálogo de entendimiento. 

Se advierte que son en defensa de prioridades mal establecidas con las tradiciones, usos y costumbres de los ayeres, que es importante no seguir con las viejas prácticas por encima de los usuarios y, por igual importantísimo, un cambio urgente de actitud de los ruleteros en la búsqueda de la excelencia en el servicio. Que sumen con su experiencia los consejos de tantas personas que tanto tiempo tienen de ser usuarios del servicio de taxis de Chetumal, para su estudio y análisis, y así proyectar una buena imagen urbana a propios y extraños. 

Las notas de las actitudes de los taxistas de Chetumal y especialmente declaraciones públicas ante la prensa, en las que algunos hablan dominados por la emoción que desde hace algún tiempo les ha dado en llamar "síndrome de autodefensa", con manifestaciones de represión y actos de intolerancia para dar a entender los motivos que los afectan, como si dar el servicio de taxi fuese parte de un exclusivo imperio de los taxistas de Chetumal inaccesible para los demás. 

Algunos consideran que confiar en los líderes de los taxistas es exactamente lo mismo que no ver, ni oír y callar, para entregarles el futuro de una decisión unilateral con la exclusiva sensibilidad de pensar para sí mismo, haciendo a un lado a los demás. Lo primero que hay que hacer, es llamar las cosas por su nombre. Ningún acuerdo puede ser productivo si se parte de la base del desconocimiento, o de la perversa movilización inobjetable. 

Abordar la excelencia en el servicio es la fórmula para aliviar el desordenamiento de los taxis en Chetumal, para entonces poder competir con UBER a la par o superarla. Y no seguir con la cantaleta: "aquí no entra UBER, porque solo mis huayas truenan".