¿Te gustó la película?

Da nostalgia recordar cuando teníamos el recurso del llamado “cine de arte”, en el que se agrupaban películas que cuando menos eran inentendibles y que contenían escenas atrevidas bajo tramas complicadas.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El cine es probablemente la más compleja de las artes, por lo que cuando se trata de comentarlo casi todos somos legos y recurrimos a los “especialistas”. Como sea y sin mayores aspavientos, los espectadores nos reservamos el juicio supremo con la sencilla pregunta: ¿te gustó la película? o ¿qué película me recomiendas? 

Responderla entraña una responsabilidad extrema que pone en juego nuestro prestigio. Una recomendación errada puede conducir a que nos descalifiquen de manera fulminante con la sentencia más sintética y frecuente: “La película es una mierda” más el agregado de “perengano nos engañó”. Claro que la acusación de engañadores nos salva de parecer tontos.

Da nostalgia recordar cuando teníamos el recurso del llamado “cine de arte”, en el que se agrupaban películas que cuando menos eran inentendibles y que contenían escenas atrevidas bajo tramas complicadas. Exhibidas en salas pequeñas, horarios raros y clubes universitarios, casi siempre eran acompañadas de un debate presidido por un conductor sapiente, orientado a descubrir, nada más y nada menos, qué quería decir la película.

Recomendarlas no era arriesgado porque la víctima de nuestra sugerencia no se atrevería a descalificarlas, so pena de ser tildado de p… conejo. Y eso aunque uno mismo no la hubiera entendido.

Para equilibrar ese cielo del séptimo arte, los mexicanos teníamos grandes “churros” en los que sin vergüenza podíamos desahogar nuestra subcultura, charra o de barriada, y gozar sin pudor las canciones del gavilán pollero o las tetas de divas del inframundo en películas de cuando los antros eran lo que eran, cantinas llenas de ficheras y odorizadas con pipí y no, como hoy, bares pirruris.

Estas divagaciones tertulianas (por la tertulia, no por Tertuliano, Padre de la Iglesia) me las provocó mi entrañable amigo Carlos Montañez, destacado agro maestre chapinguero, cuando a raíz de mi comentario sobre Cantinflas, la película, me preguntó si la recomendaría. Lo evadí diciéndole que algunas locaciones –las de los estudios de Hollywood- se filmaron en su universidad, como justificando con eso que la viera. Paloma Bello, nuestra admirada escritora Lupita, me comentó, basada en referencias cercanas, que Cantinflas era agrio y déspota con los de abajo (y creo que no con los de arriba).

De otro rasgo oscuro da cuenta Paloma cuando refiere que don Marco Almazán “decía que escribió todo el guión de Su Excelencia, la mejor de las películas sobre personajes” y  que “a la mera hora de los créditos” Cantinflas sólo mencionó que se había basado en textos.

La crítica señala con justicia que la película omite profundizar en el personaje, especialmente en esa parte poco amigable, vigilada su producción por el hijo del actor que contuvo toda alusión negativa.

Además, se cuestionan otros aspectos técnicos del film que no disminuyen sus virtudes. Un análisis muy recomendable es el que hace Luis Reséndiz en Letras Libres, que puede leerse en www.letraslibres.com/blogs/en-pantalla/cantinflas. Ahí están los detalles.

Lo más leído

skeleton





skeleton