Tecnología en turismo: ilegalidad o democratización de la actividad

Hoy no pretendo hablarles desde el punto de vista de un consultor en turismo sustentable, sino desde mi perspectiva de viajero responsable.

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Hoy no pretendo hablarles desde el punto de vista de un consultor en turismo sustentable, sino desde mi perspectiva de viajero responsable. Y lo hago justo después de saber que, hace unas semanas, Airbnb lanzó su plataforma de “experiencias”, una nueva forma de contactar con gente local que ofrece recorridos alternativos en todas partes del mundo.

Cuando viajo, estoy consciente del impacto ambiental y social de mis visitas; trato siempre de buscar opciones de menor impacto ambiental, me hospedo en sitios que tienen prácticas de sustentabilidad, compenso mis emisiones y trato de inmiscuirme lo más posible con la cultura local, buscando ofertas diferenciadas y que salgan de los lugares comunes.

He sido usuario de plataformas tradicionales de venta y reservaciones, de hoteles regulares, de empresas que ofrecen tours estructurados y de viajes que cumplen con el modelo tradicional de turismo; pero en los últimos años también he tratado de abrir mi perspectiva a otro tipo de modelos de viaje que me permitan salir de lo convencional y conocer destinos desde otra perspectiva, es decir, de viajar diferente.

Soy un gran fan de Uber, y aunque he de confesar que plataformas como Airbnb o Couchsurfing no son totalmente lo mío, he estado también abierto a probarlas debido a que tienen un diferenciador importante con el modelo de turismo tradicional: te permiten conocer más de cerca y de primera mano la cultura local, tener contacto con gente de la comunidad y explorar los destinos desde otra perspectiva.

Afortunadamente tengo el privilegio de conocer muchas actividades de ecoturismo y de turismo alternativo, ya sea por el trabajo que realizo o simplemente por el gusto de estar en contacto con la naturaleza y las culturas locales; me gusta alejarme de las masas, y cuando es posible, conocer los lugares tradicionales pero de forma distinta. 

Como viajero, estoy convencido que al día de hoy, el modelo de turismo tradicional  en lo general (aunque hay algunos casos en los que sí), no permite conseguir paquetes, visitas o viajes a sitios diferentes a los convencionales. Eso se da por dos razones: la intermediación en turismo genera que los grandes operadores ganen por volumen, lo que implica que no vendan muchas experiencias  de bajo impacto y grupos pequeños (Áreas Protegidas, turismo en comunidades, destinos pequeños) porque ahí no es posible tener un turismo que genere volumen y ganancias; y la segunda, porque encontrar información de experiencias locales en las webs de viajes parece una tarea titánica, difícil de lograr si uno no tiene un contacto local o explora más allá de los resultados en cualquier buscador web.

Por ello, celebro que hoy la tecnología nos está permitiendo realizar nuestros viajes a nuestras anchas, sin prisas, sin tener que visitar 5 sitios en un día en un autobús lleno de gente y conociendo superficialmente aquello que vale la pena explorar a conciencia, que nos de la oportunidad de ir a los sitios que nosotros queremos y no los que los vendedores nos “recomiendan” porque son los que dan mayor comisión o prestaciones, que nos de la oportunidad de generar una mayor derrama en la comunidad y que nuestro gasto en el viaje se distribuya mejor, y no se quede (como pasa a menudo), en el intermediario que es quien nos tiene cautivos en los destinos.

También estoy consciente que los empresarios hacen un esfuerzo importante por estar en regla, pagar impuestos, capacitar a su personal, pagar derechos y concesiones, y en algunos casos me parece que si no está regulada, la tecnología puede generar competencia desleal, aunque creo que ambos modelos tienen sus pros y contras, y que no necesariamente son competencia sino pueden llegar a ser complementarios.

Creo que el modelo de ofrecer turismo está cambiando, los viajeros como yo cada vez somos más (solo en Estados Unidos, el “awakening consumer” representa más de 50 millones de consumidores, por poner un solo ejemplo), y buscamos cosas diferentes, aunque aún seamos solo un nicho; estos viajeros, que no han sido atendidos por el modelo tradicional, han encontrado en la tecnología una alternativa para conocer nuevas experiencias, realizar sus viajes con menor impacto y generando una derrama económica más en la localidad, y menos en los integrantes de la cadena tradicional.

Como viajero, me interesa por supuesto conocer los grandes atractivos de los destinos,  aquellos que todos visitan, porque es importante hacerlo, aunque generalmente no lo hago de forma tradicional; y me gusta el valor agregado que dan aquellas experiencias poco tradicionales: un recorrido con un fotógrafo local por el centro de una ciudad, un viaje con un botánico para conocer un área natural, una comida tradicional preparada por una cocinera en su casa, un hospedaje con alguien que lleva más de 40 años viviendo en la zona.

Hoy, en gran medida, la tecnología es la única que nos da esta posibilidad de conocer y viajar de esta manera;  y lo mejor, es que para todo hay mercado. Creo que en lugar de que las empresas se dediquen a tratar de frenar esta que es una tendencia que cada día será más fuerte, deberían apostar por conocer mejor a sus mercados y ofrecer, como un valor agregado, cosas fuera de lo común.

Estoy seguro que sus clientes, los tradicionales y los alternativos, el medio ambiente y las comunidades locales, lo agradeceríamos.

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