Terapias curativas de antaño

Los pobladores recurrían a terapias curativas basadas en la botánica maya: hojas, cortezas, raíces, resinas, frutos y semillas de múltiples plantas.

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Hasta mediados del siglo pasado, antes de expandirse los servicios oficiales de salud a las zonas rurales, y aun las urbanas, de la Península de Yucatán, los pobladores recurrían a terapias curativas basadas en la botánica maya: hojas, cortezas, raíces, resinas, frutos y semillas de múltiples plantas, con los que se preparaban tés, machacados en agua fresca, cataplasmas y baños, para calmar dolores, vómitos, curar fiebres, heridas, llagas e inflamaciones, entre muchas otras dolencias. 

El epazote en pequeñas dosis se usaba como desparasitante; también era usado para desprender verrugas restregando las hojas en los aaxes o excrecencias. La corteza fresca de cedro se olía para detener hemorragias nasales; la naranja agria para desinflamar hematomas (chuchuluco); también se usaban ruda, belladona y albahaca.

A las tiendas de las poblaciones mayores llegaban productos farmacéuticos obtenidos con técnicas europeas, como la destilación, sulfas y antisépticos. Ahí mismo podían adquirirse plantas procesadas como la alhucema, cuyas semillas servían para sahumar los pañales de los recién nacidos. Con las mismas semillas se hacía un té donde se remojaba una bolita de trapo que, a manera de chupón, se daba al nené para distraerlo.

En otras regiones esta planta es conocida como espliego. Otra es el romero planta de olorosas hojas lineares que, envueltas en trapo caliente, servía para la cauterización umbilical. Había otras plantas secas, como anís en grano y anís estrella, muy socorridas para tratar diversos males como hipos y cólicos. 

También empezaron a ser accesibles a la población preparados farmacéuticos, alcoholes, éteres, glicerinas que se combinaban con plantas medicinales endémicas de la región (much’kok, ele’muy, tankasche’, etc.), síntesis de añejos saberes con los modernos.

Antes de que llegara el supositorio de glicerina, éste se improvisaba con jabón de olor que se tallaba en forma de cono con el extremo ligeramente puntiagudo –y era conocido como calilla-. Se mojaba para hacerlo resbaladizo y se introducía en el ano. Santo remedio para evacuar. En maya a este procedimiento se le denomina ts’oop (meter algo, deslizándolo, en algún agujero o conducto); el yucateco usa la locución hacer ts’op.

Eran frecuentes las lavativas o purgas medicinales con el fin de desalojar desechos y toxinas del cuerpo. En un irrigador de peltre o plástico se ponía el líquido medicinal; iba conectado a una cánula o bitoque (rectal o vaginal) mediante una manguera de hule. También se empleaban vasos de vidrio de fondo semiesférico para ventosas secas o sajadas.

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