Hace pocos días, en el rancho de un amigo que celebraba una fiesta multitudinaria, un abogado se me acercó y me dijo algo así: “¿Tú eres Carlos Mota? ¿Qué te parecería entrevistar a dos de mis clientes, son de los más fuertes en la industria de los textiles y el vestido?”.

Yo le contesté que sí, que ése era yo, y que con mucho gusto entrevistaba a sus amigos… si es que se dejaban, porque ya lo había intentado en el pasado y desde hace tiempo me inquietaba cómo iba ese sector —dominado por unos pocos y moneda de chantaje desde hace mucho al hablar del libre comercio en el país. El tío, que ya estaba happy, tomó su BlackBerry y chateó con dos de sus más cercanos amigo-clientes. Le dije: “Van a decir que no”. Él apostaba lo contrario.

Media hora después ya le habían dicho que no, que nunca harían una entrevista porque “prefiero mi vida así como está. Así vivo tranquilo”, dijeron…

De acuerdo con la Cámara  Nacional de la  Industria del Vestido, cada mes esta industria produce alrededor de 23 mil millones de pesos en el país, tomando en cuenta toda la cadena textil-vestido, incluido el cuero. La industria genera poco más de 315 mil empleos y tiene a casi 8 mil 800 empresas registradas.

Un dato interesante es que la balanza comercial de ropa es positiva. Durante el último año creció a un ritmo de 9 por ciento y llegó a 3 mil 294 millones de dólares. El problema de esta industria sigue siendo, sin embargo, la ilegalidad. La cámara afirma que seis de cada diez prendas se venden en el comercio informal.

Esta cámara es una de las más férreas enemigas de proyecto Dragon Mart de Cancún, aduciendo que “es inaceptable el apoyo para fomentar proyectos que incrementen el riesgo de prácticas desleales que atentan contra el comercio, servicios e industria nacional”.

También se queja esta cámara de que los bancos no les prestan (por algo será). Dice: “El crédito al sector vestido representa el 2% del total otorgado a la manufactura. De este total la Banca de Desarrollo solo representa el 0.00003%”.

Esta cámara ya constituyó el Comité Mexicano de la Moda, para “colocar a la moda como promotora del desarrollo” y convertir a México “en un referente de la moda a nivel internacional”. Ya era hora.