Tiempos de cosecha
Mi obra más reciente inicia una gira por E.U., Argentina y España. Un suceso increíble, una metáfora de lo que se ha convertido mi vida en los últimos tiempos: un viaje.
De los campesinos aprendí que existen épocas para sembrar, para cosechar o para la quema, según la época del año. De las mujeres aprendí que hay tiempos para guardar, para dar a luz, cortar el cordón, alimentar, enseñar a caminar y dejar ir. Lo difícil es tener la sabiduría para reconocer esos tiempos y estar a la par con ellos, sobre todo porque vivimos alineados con la competitividad y esperamos vivir en la cresta de la ola todo el tiempo. Eso es imposible, no conozco artista que cultive éxitos eternos, además, no sería justo, pues los mal llamados fracasos nos ayudan a crecer, a conocer nuestra capacidad de curar los raspones del ego y empezar de nuevo. Uno de mis maestros dijo: “Quisiera desearles éxito eterno, pero, como es una falacia, les deseo que tengan buenos fracasos, pues de ellos se aprende”. Mi cercanía con la gente de las pequeñas comunidades, los pueblos y la prisión me hace entender y aceptar lo cambiante de los tiempos y mi ser.
La vida es circular, aprender a caminar con ella quizá no nos haga más talentosos o inteligentes, pero sí un poco más pacientes. Ahora llegan tiempos de cosecha para mí, tiempos que llevo construyendo desde que tenía 14 años y empecé a hacer teatro, desde que compré mi primer boleto de avión para irme a estudiar dramaturgia a Jalpan, desde que hace 4 años cerré mi casa, vendí mi coche y me fui a vivir a la Ciudad de México para estar en constante formación y ver lo que más llena mi espíritu: el teatro. Después vino el tiempo de regreso a casa, encontrarla casi abandonada por los años de ausencia tampoco fue fácil, pero la vida y el tiempo hacen sus cosas y hoy me toca recoger los frutos sembrados. Mi obra más reciente inicia una gira por E.U., Argentina y España. Un suceso increíble, una metáfora de lo que se ha convertido mi vida en los últimos tiempos: un viaje.
Decido que el viaje es para alejarme de aquellas cosas que no nos sirven ni como artistas ni como seres humanos: los señalamientos, los dedos apuntando el error o descalificando al hermano. Todo viaje implica sus riesgos, estoy dispuesta a vivirlos. Afortunadamente encontré gente que se sube a mi barco. “Del manantial del corazón” es una obra que me ha vuelto a colocar en los foros internacionales. Una coproducción de Sedeculta y el Fondo Municipal para las Artes Escénicas y la Música.
Agradezco a Aurora Cano, al Dramafest, al INBA y al Fonca su apoyo con los boletos de avión, pues gracias a ello un grupo de mestizas emprenderá un vuelo para que el teatro yucateco sea visto en otros lugares del mundo.