Tírale a matar a un policía, por fin le pegaron al blanco

Disciplinados, bien entrenados, terminaron imponiéndose a un costo de 17 policías lesionados, dos de gravedad.

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Una disculpa, de nuevo, por sonar como disco rayado. Pero lo vimos el 1 de diciembre, el 1 de mayo, el 10 de junio y varias veces en agosto y septiembre. Grupos de violentos con la cara cubierta (quieren que los llamemos “anarquistas”) y radicales dentro del movimiento de la CNTE inauguraron un nuevo juego en la Ciudad de México: tírale a matar a placer a un policía.

Perdón por ser tan repetitivo, pero apenas el 12 de septiembre, luego de otra agresión de los maestros a policías que les impidieron bloquear el Periférico, escribí aquí que las imágenes eran conmovedoras. Policías en desventaja numérica, simplemente resistiendo las agresiones.

Disciplinados, bien entrenados, terminaron imponiéndose a un costo de 17 policías lesionados, dos de gravedad. No hubo un solo maestro detenido, ni siquiera el que golpeaba criminalmente con un tubo.

Ayer, 1 de octubre, la escena se repitió. Los ultras, una turba de la CNTE, golpeó sin piedad a un policía destacado, Álvaro Sánchez Valdés, 39 años, que al cierre de la edición quedaba en estado de coma, con traumatismo craneoencefálico grado tres.

Ojalá no sea el caso, pero quizá ayer los violentos pegaron en el blanco en su homicida juego de de tirarle a matar a un policía.

Así son las cosas en estos tiempos. Frente a esa disparidad es inevitable simpatizar con el débil. Y el débil, sin duda ninguna, es el policía, el granadero. Insisto: es momento de comenzar a repetirlo sin pena ni desdoro: los policías son las víctimas.

Esto nada tiene que ver con el 68. Por más que hoy sea 2 de octubre, día de luto nacional. Ojalá no por Álvaro Sánchez Valdés.

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