Tlatlaya: tercera llamada, tercera

El Ejército mexicano ha dicho que las muertes en Tlatlaya son producto de un enfrentamiento entre sus elementos, que fueron agredidos, y presuntos delincuentes.

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Ayer a las cinco de la tarde la nota sobre México en portales estadunidenses, de The New York Times a ABC News, Telemundo, Fox News y Yahoo en inglés, era el despacho de la agencia AP en que se reproducía el testimonio de una mujer “que vio cómo soldados mexicanos dispararon y asesinaron a su hija de 15 años de edad, después de un enfrentamiento con presuntos narcotraficantes, a pesar de que la adolescente yacía herida en el suelo. Otras veinte personas también fueron asesinadas a tiros en el mismo lugar, Tlatlaya, al sur de México, después de que se rindieran, dijo la madre a The Associated Press”.

El miércoles por la tarde la edición mexicana de la revista Esquire había publicado en su página web un adelanto de un reportaje, que publicará en octubre, que contiene un testimonio muy similar al de la madre que habló con AP. En las notas además de testimonios hay fotografías, autopsias, otras entrevistas.  

El Ejército mexicano ha dicho que las muertes en Tlatlaya son producto de un enfrentamiento entre sus elementos, que fueron agredidos, y presuntos delincuentes. Una historia anterior de la agencia AP había señalado que las evidencias físicas en el lugar de los hechos apuntan a que hubo un asesinato selectivo.

Es de esperar que hoy la nota aparezca en más y más lugares. 

La CNDH ha dicho que no investigará. La PGR dice tener una averiguación abierta. Nada más. 
Human Rights Watch y otras organizaciones internacionales de derechos humanos han aumentado la presión sobre el gobierno.

Ayer José Miguel Vivanco, de HRW, dijo que, de ser cierta, sería la peor masacre de civiles por parte de militares en el gobierno de Peña Nieto. 

Por cierto, en estos días llegó a la Corte de La Haya la primera queja de una amplia colección de organizaciones contra el gobierno anterior por violaciones sistemáticas a los derechos humanos por parte de las fuerzas del orden durante la guerra contra el narcotráfico. 

Sobre Tlatlaya hace tres semanas escribí aquí: 

“El sexenio pasado vimos varios incidentes como este. Nada se supo. La impunidad reinó. Si el presidente Peña quiere demostrar que algo cambió en la estrategia de seguridad, tiene ante sí una gran oportunidad. Decirnos qué sucedió en Tlatlaya. Y, de ser el caso, castigar a los responsables. No es tan complicado”.

Sigo pensando lo mismo. 

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