Todos contra el abstencionismo

En Quintana Roo el abstencionismo ha sido un rival infalible. Las causas se explican por diversos motivos, aunque conviene destacar los políticos, demográficos y sicológicos...

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En Quintana Roo el abstencionismo ha sido un rival infalible. Las causas se explican por diversos motivos, aunque conviene destacar los políticos, demográficos y sicológicos. 

En el plano político debe apuntarse que los partidos y sus candidatos han incumplido las promesas electorales; no ha habido renovación de la clase política; los institutos pierden credibilidad, y la desvinculación notoria del gobierno de la vida comunitaria ha provocado desgano. 

Hasta hace poco podían contarse otros dos aspectos: el primero, un partido hegemónico (PRI), hoy con un competidor poderoso sobre todo en Cancún (PRD), cuyo otrora dominio total desalentaba la participación de los ciudadanos, y segundo, el método tradicional de participación que dejó de gustar, el cual ya fue modificado por la redistritación y las candidaturas independientes, para el bien de todos.

En lo demográfico, y más allá de factores como la edad, el nivel educativo, la religión o la percepción de ingresos, debe destacarse que durante años las comunidades más apartadas de Quintana Roo fueron excluidas del proceso. La distancia, el difícil acceso a ellas o las controversias constitucionales abonaron a dicha causa. 

Hoy la situación es diferente. Un ejemplo vigente es la situación de la zona limítrofe con Campeche, aún en litigio.

El Instituto Electoral de Quintana Roo (Ieqroo) ha garantizado el sufragio a quienes comprueben domicilio en el estado y posean credencial vigente, con lo cual no solo se respeta un derecho político consagrado en la Constitución, sino que se hace justicia para quienes habitan las 16 localidades de las 3 secciones electorales del Distrito III. 

En lo sicológico cobran validez la indiferencia, el desinterés, el convencimiento de que “no pasa nada” y la escasa influencia del votante en las decisiones políticas estratégicas.

En los tres ámbitos, personal del Ieqroo ha debido trabajar con inteligencia para revertir lo cuestionable. 

A las charlas informativas en planteles educativos y espacios de uso múltiple, se suman conferencias y talleres, convenios con instituciones para promover el voto y programas como “Empresas democráticamente responsables” que incentivan la participación.

En reunión celebrada hace pocos días, el consejero presidente del Ieqroo, Jorge Manríquez Centeno, y el presidente de los hoteleros de Cancún, Roberto Cintrón Díaz del Castillo, acordaron otorgar facilidades a los empleados de este ramo para que puedan emitir el voto o cumplir como funcionarios de casilla. En concreto, más de 42 mil trabajadores de más de 100 hoteles podrán cumplir su tarea cívica.

En paralelo, se incorporó a este esfuerzo la Canaco Chetumal, que se comprometió a que sus más de 3 mil 500 agremiados brindarán las comodidades a sus empleados el 7 de julio, fecha de la votación. Ambas, acciones contundentes para eliminar las excusas.

En lo general el Ieqroo ha instrumentado las acciones correctas para reducir el índice de abstencionismo. Es decir, se ha aproximado la urna al votante, se han ampliado los horarios de apertura y cierre de casillas, hay más facilidades para sufragar, la fecha de votación es minuciosamente escogida y se implementan campañas de motivación. ¿Qué falta? Para muchos, la obligatoriedad del voto, aun cuando para miles resulta incompatible la obligación de acudir a las urnas con la libertad de sufragio, acto privado por excelencia. Si hay sanciones por no votar, todavía peor. Quien vota forzado, vota mal.

Mención especial merecen los jóvenes, quienes representan el 48.8 por ciento de la población de Quintana Roo, algo así como 466 mil, de los cuales son 230 mil mujeres y 236 mil hombres.

Un dato oportuno que asombra: según encuesta reciente de la juventud del Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE), el 79.9 por ciento de los jóvenes está de acuerdo o totalmente de acuerdo con votar, una posición interesante que contrasta, por ejemplo, con que el 54.3 por ciento considera que los partidos son poco o nada necesarios para la democracia. Entonces el problema lo tienen los partidos y sus candidatos, no tanto las autoridades encargadas de los comicios.

En fin, a pocos días de la jornada están dadas las condiciones de logística y seguridad, dos aspectos cuestionables en otras oportunidades y latitudes.

DESORBITADO… 
Despensas, dulces, libretas, playeras, vasos, plumas o gorras no incentivan el voto; por el contrario, fomentan el abstencionismo, la comodidad, las mañas y, en definitiva, el delito electoral. El cambio empieza por uno. Si se permite eso en campaña, no habrá razón moral para reclamarles cuando estén funciones.

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