¡Toooriiitooo!

Suena curioso cómo el ex secretario de Hacienda Cordero ataca a su sucesor de acabar con la economía con sus dudosos manejos.

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El infierno son los otros, afirma Sartre así de manera casual en La Náusea, esa novela existencial que parece haber inspirado en una lectura con faltas de ortografía a un muy campante Felipe Calderón que, como tiene mucho tiempo libre en Harvard —donde es objeto de estudio—, le ha dado por explicar a quienes critican su sexenio que todos son culpables menos él.

Digo, si yo fuera su insólita persona y con tanta narcofosa y tanta Estafa de Luz como símbolo de su gestión, también haría lo mismo, echarle la culpa a los demás que no supieron valorar tantas maravillas y aquellos que por falta de patriotismo le “batearon” sus reformas que hacen ver a las priistas como si fueran de origen bolchevique.

Por eso suena curioso cómo el ex secretario de Hacienda Cordero ataca a su sucesor de acabar con la economía con sus dudosos manejos (o sea ¿Videgaray es chicago boy con capacidades distintas?), sobre todo por las grandes bonanzas que nos heredó en forma de ninis de altísimos ingresos.

Y es que tales cloacas que se han destapado de la administración anterior (cómo estará la cosa que lo que se encontró en la Conagua supera los montajes de García Luna Productions y los michoacanazos de doña Marisela Morales), que en cualquier momento veremos a don Jelipe de Jesús, al ritmo del clásico del haiga sido como haiga sido, coloque un anuncio en su cuenta de Twitter que “No se aceptan devoluciones”. Claro, en homenaje a ese Buñuel emergente llamado Eugenio Derbez a cuya egregia obra de arte que le deben envidiar, donde Ludovico P. Luche deviene en Pepe el Toro sin atributos, solo le falta cerrar con un “¡Toooriiitooo!”

Esperemos que en Cannes y la Academia de los Oscar encuentren los valores que encumbran esta pieza superior de una cinematografía harta de esas historias pretenciosas que no han tenido el buen gusto de incluir en sus guiones al menos un “¡Pregúuuntaaameee!”.

Como sea, solo esperemos que el ex preciso, héroe junto con Molinar Horcasitas de la guardería ABC, ante el voluminoso tambache de quejas mal intencionadas, no caiga en la tentación de cerrar su cuenta de Twitter como la culta Laura Bozzo que nos ha dejado sin la poesía sublime de sus 140 caracteres. Que Margarita le diga que sus trolls son en realidad una bola de resentidos sociales. Sí, que no nos deje sin sus tuits, para que no extrañemos.

Si Jelipillo se va de Twitter que sea porque se puso como Carlos Vela que no quiere jugar con el Tri para no bajar de juego. 

 

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