Tortuga marina, con la libertad en el horizonte

Cuando era pequeña viví en Puerto Morelos. En el verano era muy común para los niños presenciar los desoves de tortugas al atardecer...

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Cuando era pequeña viví en Puerto Morelos. En el verano era muy común para los niños presenciar los desoves de tortugas al atardecer, y en septiembre desde la ventana de la escuela (que estaba a la orilla del mar) podíamos presenciar a todas las tortugas que salían de sus nidos rumbo al mar, por lo que a la hora del recreo revisábamos los nidos para ver que ninguna se hubiera quedado.

Aprendimos a cuidarlas a pesar de que no estaban en peligro de extinción, porque era parte de nuestro entorno natural.

Por las noches, debido a los mosquitos, nos reuníamos en el muelle a contar historias y leyendas. Mientras tanto la brisa nos protegía de los piquetes, además las tortugas se acercaban a los bordes del muelle; era tan sorprendente la movilidad de las aguas del Caribe, tan apabullante el sonido de las olas al chocar contra las amarras de los barcos, tan profundas sus aguas, que eran el lugar perfecto para dar vuelo a la imaginación;  era como si el azulado del Caribe apaciguara el alma y nos transportara a los imperios del mar.

Imaginábamos que muchas de las tortugas que se acercaban eran tan antiguas, que quizá conocieron a las  mujeres y hombres del Mayab cuando comercializaban en sus canoas.

Cuando fui canoera hace 3 años en Xcaret tuve la grata experiencia que mientras remábamos rumbo a Cozumel las tortugas se acercaban a nuestras canoas, haciéndome recordar lo que imagine en mi infancia.

De pequeña ocasionalmente veníamos a Playa del Carmen; nos gustaba nadar en los cenotes que estaban a la orilla del mar, ahí habían tortugas de agua dulce. Después me fui a vivir a Chetumal y cuando regresé a Playa ya no estaban esos cenotes, ahora habían hoteles en esos lugares y en estas Playas ya casi no venían las tortugas a desovar.

Se dice que México es el país de las tortugas marinas, pues la diversidad de ambientes costeros y la riqueza de nuestros litorales ofrecen condiciones ideales para su alimentación, descanso y reproducción. De las siete especies de tortugas marinas que existen en el mundo, cuatro de ellas anidan en Quintana Roo. Para las tortugas blanca y  caguama, particularmente las playas del Caribe mexicano se cuentan entre sus principales sitios de anidación a nivel mundial, y los más importantes a nivel nacional.

Las tortugas marinas pueden llegar a una velocidad de hasta 35 kilómetros por hora en el agua. Durante la época de reproducción es muy común verlas en las playas y costas arenosas en grandes grupos porque están enterrando sus huevos que se incuban con la temperatura ambiental. Después de 45 a 65 días las crías (las tortugas bebé) rompen el cascarón y salen hacia la superficie de la arena. Se dirigen muy rápidamente al mar. Muy pocas tortugas bebés logran sobrevivir (depende en la situación a la que se enfrenten). Su destino puede ser con cualquiera de estas situaciones: que otro pez se las coma, que las capturen o logran sobrevivir.

Lo que más recuerdo es que cuando una tortuga llegaba a desovar al lugar donde nacieron, nosotros debíamos guardar silencio, porque si escuchaban ruidos o percibían luces, se regresaban al mar.

En la actualidad México está suscrito junto con 11 países de América a la Convención Interamericana Para la Conservación y Protección de las Tortugas Marinas que entró en vigor desde Mayo del 2001.

Hoy existen programas de conservación de la tortuga marina, en            el que cada vez más voluntarios se suman a estos cuidados que permiten su conservación. Y muchos niños acuden a la liberación de tortugas en septiembre dándoles “la libertad en el horizonte”.

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