La tragedia de la fibromialgia

Mucho opinan sobre esta enfermedad reumatológica, pero poco la conocen...

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Reciente tarde de principios de año, entra al consultorio mi paciente, mujer de 45 años, cuyo lenguaje corporal deja traslucir los efectos que conllevan malas noches, fatiga física y diagnósticos erráticos en su largo peregrinar por múltiples consultorios.

Al sentarse, le pregunto: ¿qué le pasa, qué tiene, en qué puedo servirla? Y responde: No puedo huir de  esa sensación de no importarle a nadie, de vacío, de soledad, de incomprensión, que orillan a la desesperación, rabia y frustración, la fibromialgia...

Ahora usted, amigo lector, me preguntará: ¿qué es la fibromialgia? La palabra fibromialgia significa dolor en los músculos y en el tejido fibroso (ligamentos y tendones); el dolor es generalizado y aumenta a la presión en unos puntos específicos (puntos dolorosos). Este dolor parece que nace de las articulaciones, pero no es una enfermedad articular.

Comienza a los 40 años –etapa cercana  al climaterio-,  después de una infección bacteriana o viral o accidente de automóvil; en otros casos, aparece después de que otra enfermedad limita la calidad de vida (artritis reumatoide mal manejada, lupus eritematoso, hipotiroidismo no controlado, etc.). Estos agentes desencadenantes no parecen causar la enfermedad, sino que probablemente despiertan factores genéticos “dormidos” o simulan síntomas que satisfagan los criterios emitidos en 2010.

Hay varias explicaciones del origen, como bajos niveles o respuesta inadecuada de la serotonina, sustancia P y noradrenalina, pero lo que sí es seguro son las limitaciones y dolores generalizados que llegan a modificar la dinámica familiar, laboral, social y personal de quien la padece. Su excesiva especulación, poco conocimiento, ausencia de estudios que confirmen el diagnóstico, y la falta de paciencia  y sobre diagnóstico por parte de algunos médicos,  abonan a la incertidumbre, desconfianza, desánimo y decepción de los dolientes.

Mucho opinan sobre esta enfermedad reumatológica, pero poco la conocen.  Hasta hoy, existen casi 5 millones de mexicanos afectados,  y de sus consecuencias conocemos la depresión y ansiedad. En esta era de la inmediatez tecnológica, cualquiera considera ser capaz de establecer su diagnóstico, pero con base en lo normado, es competencia de un experto.

Para concluir, les pregunto: ¿cuántos de ustedes no han satanizado a su pareja, compañera de trabajo o conocida sin saber que padece fibromialgia? Antes de juzgar, te sugiero que acudas a un reumatólogo; te evitará lastimar a quienes la sufren.

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