¿Tú también, Angie?
Los rencorosos efectos de aquella gran decepción lo han hecho dar incontables tumbos.
Andrés Manuel López Obrador merece amplia y generosa comprensión:
En vez de dedicar el último año de poder en el Gobierno del DF a preparar su candidatura presidencial, se la pasó en precampaña casi todo el sexenio y desaprovechó la catapulta del desafuero que le regaló Vicente Fox:
Frente a su partido de entonces y la otrora incondicionalidad de Los Chuchos, contrapuso la vacilada de las “redes ciudadanas” y Felipe Calderón le ganó por una nariz.
Los rencorosos efectos de aquella gran decepción lo han hecho dar incontables tumbos, lo mismo con el atentado que partió a la ciudad que gobernó con el memorable plantón, que con la invención de una Presidencia legítima y la reincidencia electoral (seguida por el pataleo de otro “fraude” y votos comprados con pollitos, sartenes y tarjetas).
Por eso mismo, que de la desgracia nacional causada por los aguaceros torrenciales culpe de “negligencia” a las secciones climáticas de Televisa y MILENIO, Andrés Manuel merece, quizá como nunca antes, la más conmovida, estremecida y sincera comprensión.