Con la declaratoria de Calakmul hace unos días como bien mixto Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, México se convierte en el país de América con más bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial con 32, de los 1,007 que hay a nivel mundial.

El atractivo de estos sitios, ya sean naturales o culturales es evidente, y por tanto el interés de los turistas en visitarlos aumenta considerablemente al obtener este tipo de reconocimientos por su gran valor; al ser sitios precisamente reconocidos por su riqueza natural y/o cultural, es necesario establecer una serie de mecanismos para evitar que la visita turística impacte los recursos.

El primero de los instrumentos con que debe contar cualquier sitio patrimonio para disminuir los impactos ambientales y sociales del turismo, es justamente un plan específico para gestionar esta actividad. Si bien sabemos que muchos de los sitios Patrimonio en México, en especial aquellos que se encuentran dentro de áreas naturales protegidas, cuentan con programas de manejo y planes de uso público, pocos de ellos cuentan con un plan específico para gestionar el turismo que llega a esos sitios. Dada la importancia de la actividad para muchos de ellos y el flujo que reciben anualmente, los programas generales muchas veces se quedan cortos para gestionar la actividad.

¿Cómo poder disminuir el impacto del turismo en estos sitios si no se cuenta con un inventario de sus atractivos y actividades, estudios de capacidad de carga, proyecciones de crecimiento en la visita turística, estrategias de manejo de visitantes y un programa de educación tanto para el turista como para los operadores y la población local?

Estas herramientas deben ser aplicadas tanto en sitios patrimonio naturales y culturales, o mixtos como el caso de Calakmul. Sabemos que muchos de estos sitios son manejados y gestionados por las instancias gubernamentales encargadas de la protección del patrimonio, en el caso natural generalmente la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas y en el cultural, el Instituto Nacional de Antropología e Historia o el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, sin embargo, es difícil encontrar casos donde a nivel local exista un organismo gestor de la actividad turística. Y de aquí la necesidad de establecer un comité que integre a todos los actores locales para identificar aquellas oportunidades y amenazas y que se encargue específicamente del tema turismo en estos sitios.

Porque si bien las instituciones antes mencionadas se deciden a la preservación del patrimonio, y el turismo es una buena herramienta para este fin, la actividad muchas veces va mucho más allá de las atribuciones de estas instituciones; tiene que ver con planeación urbana y territorial, con accesos y servicios, con integración de las comunidades locales que serán (o no) beneficiarias directas o indirectas del turismo, con capacitación, con resolución de conflictos sociales, con reactivación de sitios con potencial histórico o regeneración del valor ambiental, entre muchos otros.

Las alianzas público–privadas pueden ser la solución a una situación que atraviesa muchas veces el problema de la falta de recursos de las instituciones, dado que en la mayoría de los casos hay empresas o corporativos beneficiados también de la actividad, ya sea porque operan recorridos a estos sitios o porque se benefician del valor de los mismos (hoteles, restaurantes, entre otros). 

La vinculación de estos actores es clave en la conservación del patrimonio natural  y cultural de México a través del turismo, y el potencial de incluirlas en una estrategia integral de Turismo en sitios patrimonio debe ser clave en las políticas federales, estatales y locales que vean al turismo con potencial de desarrollo en estas maravillas de México.

Por cierto, ¿cuántos sitios patrimonio han visitado en México? ¿Cuántos están pendientes en su lista?

Los invito a conocerlos y visitarlos de forma responsable.