Uber

Para mi sorpresa, el sistema de taxi privado que se ha puesto de moda en la metrópoli, tiene un impecable servicio y atención al cliente.

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Recién estuve en la Ciudad de México. Aproveché para atender asuntos de negocio y dar rienda suelta a la vagancia por las calles del Centro Histórico. Me alojé en el departamento de mi hija Alejandra, que vive en la colonia Condesa.

Con mucho tino me advirtió bajar la aplicación para Uber, el sistema de taxi privado que se ha puesto de moda en la metrópoli.

El formato de registro es sencillo. Uber no maneja efectivo. La transacción se hace con tarjeta de crédito registrada y se factura a solicitud del cliente. Después de mis primeras experiencias quiero compartir mis impresiones. Solicitar un servicio es simple.

Basta abrir la aplicación y se despliega una pantalla que muestra la dirección en la que uno se encuentra y el número de vehículos disponibles en la zona. Hay cuatro posibilidades de unidad: compacto, sedán, de lujo o camioneta.

En menos de un minuto recibí la confirmación en el móvil con la marca, placas del carro, tiempo estimado de llegada y el nombre del taxista. Este último baja para abrir la puerta al pasajero. Una vez dentro del impecable auto, ubica la ruta en GPS, informa la duración de viaje aproximada, ofrece una botella de agua gratis y pregunta si la temperatura y la música a bordo son confortables.

Las personas que conducen son choferes que deben pasar varios filtros; tener vehículo de modelo reciente (2008 en adelante),  carecer de antecedentes penales, estar dados de alta ante el SAT y aprobar un curso de capacitación.  

Si todo lo mencionado fue una grata sorpresa, lo mejor de todo fue que el conductor manejó con presteza pero de manera moderada, sin exponer y sobre todo, sin prisa. La seguridad del usuario es primordial. Durante el tiempo de traslado la unidad es monitoreada satelitalmente. Posteriormente recibí un nuevo mensaje con el desglose del servicio y el importe cargado.  

La tarifa mínima por evento es de 40 pesos. Para el viajero a la Ciudad de México existen varias posibilidades de transporte público. Desde los taxis urbanos con unidades en deplorable estado y choferes suicidas, taxi de sitio con abusivas tarifas, taxis encubiertos, especialmente en hoteles, y el sistema Uber, al que ahora me refiero. Bienvenida la opción de elegir trato digno, eficiente y responsable. Como siempre usted tiene la última palabra.

¡Vaya biem!

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