Hace dos semanas, en una ceremonia en la que le fue otorgado un doctorado honoris causa en Comunicación y Cultura de los Medios de Comunicación, en Turín, el filósofo y semiólogo Umberto Eco, crítico y estudioso de los mass media, hizo una declaración que a lo largo de estos días ha causado revuelo e indignación entre los usuarios de las redes sociales virtuales e internet e incluso los defensores de la libertad de expresión.

El escritor expresa que  “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios”.

Y prosigue: “El drama de internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”.
Las aseveraciones dejan ver la formación filosófica del escritor, su preocupación por la verdad y aunque desde mi punto de vista sus declaraciones se refieren al uso que dan los medios periodísticos a dichos espacios (más que el que dan los individuos), trae también a discusión temas importantes que muchas veces pasan desapercibidos, entre ellos si la internet y las redes sociales son fiel reflejo de la sociedad.

No se pueden separar sus dichos de su más reciente novela titulada “Número cero”, una crítica fuerte al mal periodismo, donde señala  los intereses perversos a veces presentes en los mass media y donde deja en claro que los señalados pretenden “ahogar una noticia en un mar de la información”.

En una lectura sobre el tema, donde critican a Eco por sus declaraciones, me topé con un especialista que tacha al escritor de ser un viejo (tiene 83 años) que no entiende la internet y las ventaja que ha traído como la “democratización de los medios”.

Si nos enojamos, habría que preguntarnos: “¿nos vino el saco?”.