Un año

La sencillez, lejos de ser una carencia, refleja la no necesidad de cosas que nuestro entorno trata de hacernos ver como indispensables.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Siempre hay un antes y un después de alguien o de algo. En el pensamiento moderno, el parteaguas de la filosofía se llamó Sócrates, quien sostenía que una persona sabia vive instintivamente de manera frugal. De hecho, él andaba descalzo. Pero le fascinaba visitar el mercado y ver las mercancías en exhibición.

Cuando un amigo le preguntó la razón, Sócrates respondió: “Me encanta ir allí y descubrir cuántas cosas no necesito.”

A menudo, solemos confundir lo sencillo con lo simple, porque ambas denotan una falta de algo, vista esta falta muy a menudo como carencia. Pero la sencillez, lejos de ser una carencia, refleja la no necesidad de cosas que nuestro entorno trata de hacernos ver como indispensables.

Para el artista Miguel Ángel esculpir estatuas era algo sencillo, él “sólo” quitaba las sobras del bloque de piedra y se quedaba con la esencia de la roca.

Habrá cosas que nos sean fundamentales y otras no tanto pero que lo parezcan. El punto es encontrar la diferencia, preguntarnos si algo es imprescindible para nosotros o, por el contrario, accesorio, si en el fondo nos está aportando o restando libertad personal.

Lo mismo sucede con este Nido. Al festejar un año de convivencia con los lectores de El Poder de la Pluma agradezco a quienes lo visitan como si se tratara de la limpieza de una habitación.

Mis respetos a quienes conservan lo que les es útil pero algunos jueves no me obsequian el “Me gusta” en Facebook o el RT y el Fav en Twitter porque consideraron intrascendente mi colaboración semanal.
Esos lectores valen oro: saben que el poder de una pluma está en ellos.

Lo más leído

skeleton





skeleton