En una librería ubicada en una playa mexicana, en medio de otros libros antiguos, un amigo se fijó en una pequeña y hermosa encuadernación en color verde, compró la obra y me la obsequió, sabiendo de mi gusto por los objetos antiguos, los libros, y muy especialmente, la autora.

El libro fue publicado en Barcelona, en el año 1955, por la Editorial Araluce, y forma parte de la colección Páginas Brillantes de la Historia; las ilustraciones que acompañan al texto fueron elaboradas por F. de Myrbach.

La obra está introducida por un Prólogo; Prologuillo lo llama su autor: José Baeza. Seguidamente contiene trece capítulos; y concluye con un índice de las ilustraciones. Los capítulos inician haciendo referencia a “una criatura extraordinaria”, van dando cuenta de “el escenario y los personajes”, “la aventura”, “el amor, la vida, el mundo, Dios”, “dichas y dolores”, y llegan a “la perfección, el triunfo, la muerte, la santidad”.

El autor-prologuista, al introducir la adaptación de la obra que nos comparte, señala que se trata de un bello ejemplo de la vida humana, cuya fama ha traspasado todo tipo de fronteras; y afirma que todavía resuena el eco del entusiasmo por ella vivido y transmitido.

La autora del relato era una amante lectora, desde muy pequeña, y continuó siéndolo durante toda su vida. Como escritora nos dejó autobiografías, poemas, y lo que hoy llamaríamos ensayos. José Baeza menciona que el estilo literario de la autora es enérgico, sincero, diáfano.

He hablado ya de las características físicas del libro, de algunos de sus datos editoriales, de parte de su contenido, del prólogo, e incluso de las circunstancias que lo trajeron hasta mí, y de algún modo, hasta ti. En el caso del libro que hoy comento, título y autor se conjugan: Teresa de Jesús.