Un Fiscal sentenciado
Como una sentencia inevitable y lapidaria, el Fiscal General del Estado, Carlos Arturo Álvarez Escalera...
Como una sentencia inevitable y lapidaria, el Fiscal General del Estado, Carlos Arturo Álvarez Escalera, ha sido arrinconado por los nuevos tiempos de la política. Muchos juran que adornará una mesa navideña como irresistible platillo pavoroso porque es un elemento extraño en el nuevo gobierno de Carlos Joaquín González.
El Fiscal fue proyectado para permanecer en el cargo por nueve años, por desesperada decisión de Roberto Borge en el declive de su gubernatura. Su Congreso dominado por el PRI aprobó este plan desesperado que fue parte del blindaje diseñado por el decepcionante cozumeleño que cavó su tumba y la de su partido Tricolor, desalojado de Palacio de Gobierno por vez primera en nuestra historia.
El ex Procurador de Justicia tuvo acceso a una fiesta donde todos lo ven con recelo, incluso como un apestado. Porque su designación fue la maniobra de un mandatario que ya vislumbraba las dimensiones del escándalo que le caería como diluvio, con tanto expediente de excesos al por mayor y daño patrimonial.
Los excesos de Roberto Borge le allanaron el camino a Carlos Joaquín, quien en plena tempestad tiene que poner en marcha la nave encallada. Y en esta delicada misión no hay cabida para elementos contaminantes como el Fiscal General que ni siquiera ha podido reportar avances en investigaciones de sonados homicidios, como el del ex director de Gobernación, Isaías Capeline Lizárraga, ejecutado con su chofer el pasado 14 de julio en Cancún.
La Fiscalía no tiene un avance significativo en el doble homicidio ocurrido la noche del 14 de noviembre de 2015, cuando el comerciante fronterizo Ernesto Alonso de Miguel, “El Español”, fue ejecutado en el restaurante El Emporio. El otro ejecutado fue el policía ministerial Agustín Guevara Martínez, un miembro de la Procuraduría de Justicia del Estado con atuendo de Fiscalía, con sus vicios y limitantes de siempre.
El Fiscal Carlos Arturo Álvarez Escalera quiere mantenerse a flote no sólo en una administración donde es elemento ajeno, sino en un gobierno con colores no priistas donde el borgismo es blanco de los señalamientos más implacables.
Dicen que la caída del Fiscal General es cuestión de días, y ya cocinan su relevo en el Congreso del Estado, cuyos diputados tienen que ser más diestros en sus tareas porque para muchos es más fácil ser de oposición, donde solo hay que criticar por el placer de criticar.