Un interés superior al de la fama
Si Mamá Rosa es inimputable, ni con nuevas reglas podrá continuar practicando su encomiable vocación.
A una semana de conocerse las condiciones deplorables en que operaba un insólito albergue donde 448 niñas y niños desamparados convivían con… ¡138 adultos! (hasta de 40 años, criados allí), y saber de acusaciones de probables abusos sexuales contra algunos menores y de privaciones ilegales de la libertad, su directora Rosa del Carmen Verduzco quedó ayer en libertad.
No obstante, si Mamá Rosa es inimputable, ni con nuevas reglas podrá continuar practicando su encomiable vocación.
Para no ser consignada, parece decisivo el apoyo expresado por personalidades tan dispares como los Fox-Sahagún, Enrique Krauze, Roger Bartra, Jean Meyer o el Nobel Jean-Marie Le Clézio.
Más allá de interpretaciones sobre la forma y fondo de tan complejo como bochornoso suceso, conviene reparar en que la Constitución (artículo 4) contiene una definición exclusiva, de la que no goza ningún otro sector de la población mexicana:
“En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el principio del interés superior de la niñez…”.
¿Alguien puede alegar que esto no aplica en este caso?