Un Juez al gusto de los malosos

Latigazos de condena y coscorrones en las redes sociales ha recibido el Juez Penal Oral, Manuel David Montoya Absalón...

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Latigazos de condena y coscorrones en las redes sociales ha recibido el Juez Penal Oral, Manuel David Montoya Absalón, quien se atrevió a obsequiar el auto de formal libertad a dos delincuentes capturados tras una persecución de película pero con balas reales, una vez que los malosos asaltaron a un anciano para despojarlo de 124 mil pesos que había retirado de una sucursal de Banorte, en pleno centro de Chetumal.

Los cuatro delincuentes huyeron en sendas motocicletas y fueron echando bala, perseguidos por policías estatales a quienes se sumaron los municipales. Uno de los asaltantes recibió un balazo en la pierna.  

El 29 de septiembre a las 17.12 horas el alcalde Eduardo Espinosa Abuxapqui escribió en su Facebook:

“Paisanos, en un esfuerzo conjunto, elementos de las Policía Estatal y Municipal logran capturar y detener a miembros de una banda de asaltantes que operaban en el centro de nuestra ciudad capital Chetumal, después de realizar una persecución y balacera que concluyó en las inmediaciones de la colonia Bicentenario”.

Nadie en su sano juicio imaginó que el señor Juez se atrevería a dictar el auto de formal libertad porque no encontró pruebas suficientes para vincularlos a proceso. Hasta una mata de plátanos se conmociona ante las dimensiones de esta determinación insensata que en los hechos mima a los malos de la película, agraviando a las víctimas.

Según el Juez, no hubo un señalamiento directo contra los delincuentes, aunque los policías arriesgaron el pellejo y recuperaron 74 mil 726 pesos que uno de los capturados tenía en su poder. Y en los videos de las cámaras de vigilancia –avenida de los Héroes con Lázaro Cárdenas – aparecen los sujetos a bordo de las motocicletas antes de su fuga.

Los asaltantes se desplazaban en motocicletas Itálika, roja y negra. Los de la moto color sangre lograron escapar, a diferencia de sus cómplices que intercambiaron bala en su fuga, y uno de ellos recibió un impacto de arma de fuego en la pierna.

Los policías que lograron la hazaña son valiosos testigos, pero su testimonio y proeza fueron basura para el Juez Manuel David Montoya Absalón, quien se justificó también porque a la audiencia no acudió Don Faustino, el anciano asaltado originario de la comunidad maya de Tihosuco, y quien no llegó por problemas de salud acentuados por el drama que soportó, cortesía de los hampones que le arrebataron sus 124 mil pesos que obtuvo de un préstamo bancario.

En la audiencia el Juez permitió al fiscal la lectura de las imputaciones, y una vez culminado el debate entre defensa y fiscalía declaró inválida la detención de los imputados, porque así se da mancha ancha para que los policías realicen detenciones arbitrarias.

Afortunadamente la Procuraduría de Justicia del Estado logró sendas órdenes de aprehensión por otros delitos y continúan detenidos, pero el criterio del Juez no sólo agita el avispero en las redes sociales y mesas de café, sino en los altos círculos de la Procuraduría de Justicia del Estado y las corporaciones de Seguridad Pública, cuyos esfuerzos son lanzados al canal de aguas negras por un Juez que no comprende los alcances de su misión y apapacha criminales.

A todo esto, ¿el puñado de Magistrados ociosos no tiene capacidad de reacción? ¿O acaso no es asunto suyo? Y luego se sorprenden ante el rechazo de aquellos que no creen en las instituciones falsamente justicieras.

 Tulum, en las garras de la delincuencia

Tulum es un pueblo parasitado por la delincuencia que mantiene en permanente insomnio a gran número de sus pobladores. No hay operativos y los malosos hacen de las suyas, ya que el director de la policía municipal, Luis Germán Sánchez Méndez, está convencido de que fue enviado a vacacionar mientras arde Troya.

Un grupo de vecinos de Tulum me contactó para exponerme el drama colectivo que padecen en un paraíso infestado de delincuentes que hacen de las suyas cobijados por la negligencia de la corporación policiaca que abandonó la plaza, torpemente dirigida por Luis Germán.

El hartazgo puede llegar a su punto de ebullición, y los tulumenses pueden hacerse justicia por mano propia. Entonces será demasiado tarde para la policía de ese municipio tan prometedor en cuyas colonias impera la ley de los delincuentes siempre impunes.

Dos fechas tan dolorosas            

Para gran parte de los mexicanos el 2 de octubre es una herida abierta y la matanza que más debe avergonzar al PRI, independientemente de los responsables directos y el histórico: el presidente Gustavo Díaz Ordaz. 

El luto no cesa, y ahora estamos conmocionados por la desaparición de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, cuyo secuestro fue efectuado por las policías municipales de Iguala y Cocula, al servicio de narcotraficantes. El PRD está manchado de sangre porque el alcalde de Iguala era el perredista José Luis Abarca.

Pero no olvidemos otras víctimas fatales de la barbarie desatada entonces en Guerrero, y que no son tan recordadas: un joven futbolista, el chofer del autobús y la pasajera de un taxi.

El 26 de septiembre de 2014 (Ayotzinapa) se suma al 2 de octubre de 1968 (Tlatelolco), sin que uno sienta el respaldo de la justicia hasta sus últimas consecuencias.

El olvido debe ser evitado y es el único recurso de una sociedad tan lastimada por las oleadas criminales que llegan a esos niveles tan dantescos.

Un minuto de silencio por todas las víctimas, sí, pero también la ansiada hora de la justicia para todos.

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