Un museo obsoleto

Cuando el Museo de la Cultura Maya de Chetumal abrió sus puertas al público en el año de 1994, de inmediato se convirtió en el orgullo de la capital...

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Cuando el Museo de la Cultura Maya de Chetumal abrió sus puertas al público en el año de 1994, de inmediato se convirtió en el orgullo de la capital quintanarroense al ser catalogado como un museo de última generación, donde la cultura prehispánica del pueblo maya cobraba vida con lo último en tecnología interactiva, que complementaba a la perfección la colección de piezas históricas –réplicas en su mayoría– exhibidas en el recinto principal.

En sus primeros años de vida el Museo de la Cultura Maya fue considerado como el más importante en su género en toda Latinoamérica, lo que atrajo la atención de mucha gente y propició una afluencia continua de visitantes a ese espacio cultural.

Sin embargo, la apatía y descuido de los funcionarios encargados del funcionamiento del emblemático museo cobró una cara factura, pues en lugar de invertir en su cuidado y mejoramiento para mantenerlo siempre a la vanguardia, lo abandonaron a su suerte.

En poco tiempo el Museo de la Cultura Maya empezó a mostrar evidentes signos del abandono; daños en la construcción, goteras, fugas de agua y fallos en los elementos tecnológicos como pantallas táctiles, televisores y artefactos interactivos.

Nunca se renovó la exhibición, ni se implementaron adelantos más acordes a la época para mantener el atractivo y seguir siendo el Museo más adelantado de la región. De hecho lo único que lo mantenía con vida eran las exhibiciones pictóricas y eventos culturales que se realizaban en los auditorios aledaños a la sala permanente.

A punto de cumplir 20 años desde su apertura, el que alguna vez fue el emblema cultural por excelencia de Chetumal se ha convertido en un museo obsoleto, sin atractivo y fantasmal, por los escasos visitantes que recibe en estos días.

Para colmo, la  parálisis total de las actividades culturales en la capital ha hecho que ni siquiera los salones y auditorios del museo sean ocupados para exhibiciones o conferencias, de manera que la poca vida que se veía en el lugar ha desaparecido por completo.

Es una gran tristeza para los chetumaleños contemplar que el Museo de la Cultura Maya, en un tiempo representante orgulloso de esta ciudad, esté a un paso de engrosar la lista de elefantes blancos, siendo reconocido únicamente por ser un sitio de referencia en donde comúnmente se inician manifestaciones y marchas de protesta.

A dos décadas de existencia es urgente que los que se ostentan como encargados de la Cultura en la entidad tomen al toro por los cuernos y recuperen el proyecto del Museo con toda la seriedad y compromiso que requiere para que de nueva cuenta sea ese espacio cultural de excelencia, el único con el que hoy por hoy cuenta la capital quintanarroense.

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