Un verdadero revolucionario

A Zapata nunca lo avasallaron las tentaciones del poder y murió asesinado por no ceder en sus pretensiones de justicia para los campesinos de México.

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Hoy, vísperas del aniversario 102 del movimiento armado que se conoce como Revolución Mexicana – iniciado por Francisco I Madero el 20 de noviembre de 1910- quiero llamar la atención sobre un personaje al que nunca avasallaron las tentaciones del poder y que murió asesinado por no ceder en sus pretensiones de justicia para los campesinos de México, quienes pusieron los muertos en esa revuelta: Emiliano Zapata.

Un personaje diametralmente opuesto al señor Madero, ante el que contrastaban el radicalismo zapatista y sus postulados sociales enmarcados en la frase “Tierra y libertad”. El contraste que en un momento dado llegó al grado de la confrontación directa se centraba en que don Pancho –gradualista- nunca admitió que en el centro de la lucha revolucionaria estaba la devolución, sin más ni más, de las tierras a los campesinos, despojados de ellas por los hacendados, según decía Zapata. 

Madero propugnaba una transformación política, Zapata quería una revolución social. Es famoso el episodio en Palacio Nacional, donde el Caudillo del Sur llamó traidor a Madero, quien le ofreció una hacienda    en pago a “sus servicios a la Revolución”:

No, señor Madero. Yo no me levanté en armas para conquistar tierras y haciendas. Yo me levanté en armas para que al pueblo de Morelos le sea devuelto lo que le fue robado. Entonces pues, señor Madero, o nos cumple usted, a mí y al estado de Morelos lo que nos prometió, o a usted y a mí nos lleva la chichicuilota.

 

Ese era el hombre que, defraudado por Madero y su falta de arrestos  para emprender las grandes transformaciones sociales que reclamaban siglos de explotación a los hombres del campo, proclamó el 28 de noviembre de 1911 el Plan de Ayala que demandaba la restitución de las tierras a sus legítimos propietarios, los campesinos, y declaraba traidor a  Madero, decisión que lo llevó a la tumba, asesinado por balas traidoras.

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