Una buena noticia nunca se esconde

La tarde del viernes, la Secretaría de Gobernación trató también de hacer pasar por buena una mala noticia.

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El jueves en la noche, la Sedesol informó en voz baja que, escudado por la Policía Federal, el programa Oportunidades logró entrar a La Ruana, Michoacán, población que vive un virtual sitio de los Caballeros Templarios. Esa misma noche, Hipólito Mora, vocero del grupo de autodefensa que resiste allí adentro, reventó la buena noticia y nos dijo: “Eso es absolutamente falso, que no los engañen”.

El viernes en la tarde volví a hablar con Hipólito y reiteró que Oportunidades no había roto el cerco. Es comprensible que el gobierno federal busque dar buenas noticias en los temas de seguridad y violencia, pero, como en el sexenio anterior, los hechos comienzan a rebasarlo por varios carriles. El fin de semana, por ejemplo, otros dos casos se sumaron a la lista del horror: el ataque a 22 brigadistas en una reserva natural de Zapopan, Jalisco, y el asesinato de dos españoles en Sinaloa.

La tarde del viernes, escondida entre los brindis del 10 de mayo, la Secretaría de Gobernación trató también de hacer pasar por buena una mala noticia. Es comprensible que a partir de forzadas correlaciones estadísticas insista en afirmar que las ejecuciones se mueven a la baja, pero la cifra esencial sigue siendo la de mil ejecuciones mensuales: 5 mil 296 en cinco meses. Esa es la nota.

Solo un diario compró el boletín oficial y publicó a ocho columnas: “Bajaron 18 por ciento los homicidios”.
Ya entrados en estadísticas forzadas, el nuevo gobierno cumple seis meses en un par de semanas. Seis meses: 10 por ciento de un sexenio. El bono de bienvenida se desgasta.

Y los mexicanos no viven más seguros que antes. 

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