Una obra polémica
Se supo en medios locales que la presentación del grupo de teatro La Rendija en la comisaría de Cholul alborotó el avispero.
Mucho se ha comentado en días recientes de algunos escándalos de índole cultural en nuestro estado, mismos que en apariencia son mayúsculos pero que puestos en la balanza resultan mínimos, pues otros hechos de los que no se ha hablado públicamente a mi parecer resultan todavía más escandolosos y dignos de discutirse en la palestra artística y cultural de la sociedad y las instituciones gubernamentales.
De entrada, se supo en medios locales que la presentación del grupo de teatro La Rendija en la comisaría de Cholul alborotó el avispero, tanto de los residentes como de algunos regidores del PRI, pues algunos periodistas que estuvieron presentes en la función de la obra “Las bacantes” comentaron en sus espacios que la puesta en escena estaba subida de tono, pues desnudos parciales y totales tanto masculinos como femeninos eran recurrentes durante el montaje, causando que propios y extraños se indignaran pues la obra se presentó en Cholul a plena vista de los transeúntes, entre los que se encontraban menores de edad.
Más allá de esto, la temática era pródiga en asuntos sexuales, lo que, según se supo, incomodó incluso al propio comisario, que no estaba informado sobre los tópicos que abordaría la obra, pues ésta se presentó a través de la Dirección de Cultura del Ayuntamiento de Mérida.
A mi entender –aclaro que no he visto la obra–, este suceso ha sido sacado de toda proporción, pues si bien considero fue un grave error por parte de la Dirección de Cultura el no haber valorado adecuadamente los foros idóneos para presentar una obra apta solo para cierto público, esto se resuelve pidiendo una disculpa y añadiendo una advertencia para los que deseen ver este espectáculo, pues tampoco se trata de censurar su contenido y la visión dramática de la directora Raquel Araujo, cuya trayectoria la respalda.
Sin embargo, este hecho rápidamente se ha politizado, pues la oposición se ha aprovechado de este desliz para golpear la gestión de Irving Berlín y del alcalde Renán Barrera, cuando la discusión –si acaso deba haber una– pertenece exclusivamente el terreno de lo artístico y de la dramaturgia teatral. Desde el 2006 he visto muchísimas obras en Yucatán y en la capital del país, y sinceramente puedo decirles que hasta los montajes más eróticos vistos en el terruño parecen juegos de niños comparados con las puestas realizadas por estudiantes de teatro en la Ciudad de México, en donde los desnudos públicos no escandalizan a nadie, menos si uno como espectador acude a ver una obra cuyo mismo nombre indica que abordará los ritos báquicos o dionisiacos.