Urge que Renato Sales llame a Nelson Vargas

Hoy en día no hay un solo sentenciado en relación con la muerte de la joven Silvia Vargas, hija del extitular de la Conade.

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Hace 6 años y 5 meses desapareció Silvia Vargas Escalera. Sucedió un 10 de septiembre de 2007, cuando iba de su casa en San Jerónimo a su escuela en Las Flores. Su cuerpo apareció 15 meses después en la delegación Tlalpan. 

Un día después del plagio, Nelson Vargas, padre de Silvia, denunció el hecho ante la entonces Siedo, y se inició la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIS/238/2007. Ex compañero de gabinete de Felipe Calderón en el gobierno de Vicente Fox, llamó a Los Pinos y recibió ayuda del gobierno federal. Ese primer día Nelson Vargas entregó a petición de la policía una lista de todas las personas que estaban cerca de su familia y su residencia.

En la lista estaba su chofer, Óscar Ortiz, que años después resultaría parte de la banda Los Rojos, acusada de raptar y asesinar a Silvia. 

Hoy en día no hay un solo sentenciado en relación con la muerte de la joven Vargas. Seis años y medio después que Nelson Vargas denunciara y diera a la policía el nombre del secuestrador y homicida de su hija no hay un solo sentenciado.

Le pregunté a Nelson qué opinaba de esta nueva estrategia, el comisionado, la sociedad civil. Se dijo optimista, sobre todo porque ahí estaba la señora Miranda de Wallace. Pero inmediatamente me contó una historia que, cree, nunca a nadie más le debería pasar. 

En algún momento del largo e inacabado proceso para sentenciar a los culpables del asesinato de Silvia, Nelson fue llamado a un careo con el líder de la banda, hermano del chofer.

Nelson recuerda que él iba con su abogado. En los juzgados los acusados, sus muchos abogados, unos metros más atrás toda la familia de los Ortiz, esposas, hijos, otros parientes. Mentiroso le decían a Vargas. Reconoció la voz del acusado como la voz de quien por el teléfono lo insultaba, amenazaba, humillaba verbalmente. El del careo era el negociador. Nelson perdió los estribos por un momento y resultó hasta regañado por el secretario del juzgado. 

—Espero —me dice Nelson— que se tenga en cuenta ahora el derecho de las víctimas durante el proceso penal.

Yo creo que el caso de Silvia Vargas es ejemplo de todo lo mal que el Estado ha hecho las cosas frente a un ciudadano que denunció a tiempo y siempre cooperó con la autoridad.

Creo que Renato Sales debería, con urgencia, tomarse un café con Nelson Vargas. 

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