“Vamos a rompernos la m...”

Las autodefensas nomás no aflojan el armamento, cunde el sospechosismo y la histeria colectiva.

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Nada más para normar criterios: en Argentina dedicarán tres días de luto por el fallecimiento del gran maestro Juan Gelman, mientras que en México —donde recaló guiado por azares y complejidades— a un poeta no se le dedican ni 10 minutos.

Por eso en la patria podemos encontrar cultísimos, pero insuperables comentarios del tipo “¡Vamos a rompernos la m...!”. Frase del dueño del León ante el partido con el América, que debería estar bordada en letras de oro en San Lázaro por su lecturas: puede tratarse de un llamado a evitar los debates cuando se pueden arreglar las cosas a madrazos; o un llamado políticamente correcto a trabajar en conjunto para alcanzar el objetivo, con benemérita pasión y espíritu de sacrificio. 

Este epíteto, por supuesto, puede explicar lo que ocurre en Apatzingán, donde mientras el gobierno federal y los grupos de autodefensa tratan de ponerse de acuerdo, los Templarios incendiaban una farmacia. Y es que a pesar del trabajo realizado por el gobierno para llevar el orden a Tierra Caliente, no se le valora como debe ser.

Por eso las autodefensas nomás no aflojan el armamento, cunde el sospechosismo y la histeria colectiva. Ni siquiera por la forma tan comedida y morigerada con la que el secretario Osorio Chong ha replicado el discurso de su antecesor, el calderónico Inspector Poiré que no Poirot, con enérgica condena incluida y de advertencia de que se llegará hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga. No puede ser.

Pero en el Apocalipsis siempre conviene escuchar a hombres sabios como Juan Gabriel que, para explicar el fenómeno michoacano ha dicho: “Debemos respetar las instituciones, la municipalidad, lo estatal y principalmente lo federal. Debemos tener cariño, confianza, respeto y admiración por el señor Peña Nieto, porque es nuestro Presidente”. Con estas sencillas instrucciones al ritmo del “Noa Noa” todo estaría arreglado. 

Por eso El divo de Juárez presenta su película ¿Qué le dijiste a Dios?, , a manera de bálsamo porque “los mexicanos ya hemos sufrido mucho”.

Por fortuna, se ha nombrado comisionado para la pacificación de la hermana república purépecha a Alfredo Castillo, ex procurador del Edomex y por estos días convertido en terror de las Ladys de Profeco en la Profeco. Ya con eso, la lógica Siempre en Domingo y con Fausto Vallejo en calidad de adorno, los malos de Malolandia deben estar huyendo hacia Irak al ritmo de: “¡Van a rompernos la ma...!”. Ya falta menos. 

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