'Vamos de mal en peor'

La gran convocatoria por Ayotzinapa y los 43 normalistas se llevó a cabo en condiciones de protesta, apoyo, señalamiento y también de civilidad.

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No sabía que era frase del ingeniero Cárdenas en una especie de resumen de lo que ve en el PRD como una entidad decadente y sin verdaderos ánimos de cambio, pero fue lo primero que pensé al ver cómo los que marcharon en esa multitudinaria manifestación por los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, de manera sectaria, rechazaban e impedían que aquellos anarcos que se presentaban embozados, enmascarados o encapuchados se incorporaran a la movilización. Mala onda.

Pobrecitos, si a leguas se veía que eran buenas personas, de ninguna manera eran infiltrados ni émulos del escuadrón Olimpia ni agentes del modelo desestabilizador. Seguramente se trata de auténticos luchadores sociales que se tapaban la cara por las bajas temperaturas que azotaron al DF ayer y si prendían fuego no era por una vocación pirómana, sino por la urgente necesidad de calentarse las manos.

Y si de pronto estos anarquistas, a los que no les hizo falta leer a Bakunin, se ponen cual regetoneros sin derecho a perreo es porque la iniciativa privada asegura que hay que poner orden a las marchas, pues “provocan más daño que el crimen organizado”.

Por ejemplo, aquellos embozados que se fueron como cavernicolitas contra los granaderos que resguardaban Palacio Nacional ya terminada la marcha (una de las grandes aportaciones de estos grupos es que han logrado lo que parecía imposible: que la gente sienta empatía por los granaderos madreados) sin duda estaban muy molestos no contra el sistema sino debido a la reforma migratoria que anunció Barack Obama. Quiso quedar bien con Dios y con el diablo, con republicanos y migrantes, y al final quedó como el cuetero.

Lo bueno es que estos personajes del folclor nacional son unas lindas personitas, razón por la cual tardan más en ser apañados por las autoridades luego del Clásico Anorcos vs. Granaderos, que en salir del tambo por buen comportamiento.

Como quiera que sea, y a pesar de los buenos oficios de losanarcos-anorcos, de las provocaciones y la paranoia reventadora, la gran convocatoria por Ayotzinapa y los 43 normalistas se llevó a cabo en condiciones de protesta, apoyo, señalamiento y también de civilidad.

Ojalá y esto tenga un gran efecto transformador que le pegue en la zona de confort a la impunidad; ojalá que el ogro nada filantrópico sepa escuchar, porque esto ya no puede ir de mal en peor.

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