Vende caro tu favor...

Entregar a las transnacionales extranjeras nuestra riqueza en hidrocarburos y gas sin mayor límite que su voracidad y capacidad de rapiña, como propone el PAN, resulta un completo despropósito.

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No cabe duda que la cerrazón del PRD en el tema energético ha incrementado el protagonismo del PAN y su importancia como partido bisagra en el Poder Legislativo, lo que puede acarrearnos costos ingentes que tendremos que pagar durante mucho tiempo y que probablemente no alcanzarán a saldar las futuras generaciones.

Así se ha transitado de la política de concertación entre los partidos a la práctica burda del mercenario, en que lo único que importa es el precio a cobrar, al gobierno y a los “patrocinadores”, donde una minoría insensata impone a fuerza de rabietas sus condiciones, como sucedió con la flamante reforma política en que Gustavo Madero logró deshacer lo que Francisco, su ilustre antecesor, nos había heredado.

Una reforma que antepone el reparto del botín al diseño de avances democráticos que estimulen la participación de los ciudadanos en nuestra vida política y que hace más cara la operación de nuestros procesos electorales, como sucederá irremediablemente con el costo administrativo que ocasionará la transición burocrática del IFE al INE que, por otra parte, estimula la resolución judicial de los comicios en detrimento del voto.   

Ensoberbecido  el PAN por su amañada victoria, pretende encarecer su participación en la reforma energética, trastocando el proyecto del partido votado por la mayoría para imponer como oposición  su propia propuesta, que ni siquiera en sus 12 años de gobierno  pudo llevar a cabo.

Ahora es cuando se desvanecen todas las dudas sobre la certeza de las filtraciones noticiosas que daban cuenta de conjuraciones llevadas a cabo, en territorios extranjeros, entre los ilustres miembros de la cúpula panista con modositos representantes de las transnacionales petroleras para obtener el control completo del petróleo y el gas mexicano a través de concesiones y la libertad para comercializar el crudo y sus productos. Lo que se contrapone con la propuesta de Peña Nieto de abrir la industria petrolera, permitiendo la participación del capital privado, pero manteniendo el Estado mexicano el control de su producción y comercialización a través de Pemex.      

Entregar a las transnacionales extranjeras nuestra riqueza en hidrocarburos y gas  sin mayor límite que su voracidad y capacidad de rapiña, como propone el PAN, despojando al Estado Mexicano de su participación en la renta petrolera, resulta un completo despropósito que en modo alguno contribuirá para nuestro desarrollo económico y que únicamente generará el repudio popular.

Resulta indiscutible la “habilidad lobista” del PAN que ha demostrado hoy día, siendo la tercera fuerza, que no necesita detentar el Poder Ejecutivo para gobernar. Sin embargo, sería irresponsable, de cara al futuro, dejarle imponer sus condiciones en materia energética.

Nelson Mandela, que desde prisión supo derrotar al más discriminatorio de los sistemas, es sin duda inmortal.

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