¡Vengan por mí, ya saben dónde estoy!
Ahí está Napito Gómez Urrutia que, ante la amenaza de una orden de aprehensión en su contra, resurge de sus cenizas para gritar: “¡Vengan por mí, ya saben dónde estoy!”.
Si alguna lección dejaron los partidos de la Liguilla es que los ratoneros no van al cielo. Aquellos equis que creyeron que podían defender sus golpecitos de ventaja jugando como Tuca Ferreti o Mourinho, echando el camión para atrás de manera grosera, en espera de que en un descuido del adversario atacante pudieras acuchillarlo en una triste y oportunista descolgada, estaban condenados a la más oprobiosa de las derrotas.
Por el otro lado, los que arriesgaron, construyeron y no se dejaron vencer por el catenaccio, al final fueron recompensados. Como el Edomex e Hidalgo que, gracias a su lugar en el corazón de la presente administración tricolor, son los territorios que más recursos han recibido del gobierno federal, y sin tener que presentar resultados de orden y progreso. Fabuloso.
Ahí está el heroico salvador del proletariado Napito Gómez Urrutia que, ante la amenaza de una orden de aprehensión en su contra solo por no vivir cual obrero en su chalecito de luxe en Vancouver, resurge de sus cenizas para gritar: “¡Vengan por mí, ya saben dónde estoy!”. Lo mismo, curiosamente, fue lo que dijo Reynoso Femat, ex góber petocho de Aguascalientes, que llevaba una vida de hijo de líder sindical, justo antes de que lo agarraran como a La Volpe con una podóloga y con la toalla en la mano. Ahora que se sobe con árnica.
En esta lógica, qué estrategia tan propositiva la de Peña Nieto en materia de chivos expiatorios: en el panismo no tuvimos ni uno, y ahora tenemos tantos que no da tiempo de lincharlos con el debido proceso, porque antes de que te des cuenta ya hay uno nuevo que será sustituido por otro.
Está bien que seamos autosuficientes en cuanto a chivos expiatorios con calidad de exportación, pero no hay que exagerar porque luego nomás los tenemos apoltronados en calidad de tiliches como la maestra, El Chapo, Granier y así.
Es tal la velocidad y el empeño con la que este México boyante quiere alcanzar los estándares de producción de China, que todo parece indicar que ya casi estamos al nivel: el sistema quiere controlar internet, los neotecnócratas exigen que ni los cineastas ni ningún otro profano se meta con el gobierno y su manejo de la economía, funcionarios anuncian que ya no se ayudará a indígenas con más de tres hijos... Ya nomás falta nuestra Plaza de Tiananmen.
Lo bueno es que el ChikiliQuadri afirmó que volvería a competir por la Presidencia. Y eso que ha dicho que en la campaña pasada hasta perdió dinero.