57 mil millones de dólares. Es el monto de la vacuna que el gobierno nos recetará en los próximos 21 meses, en estricto beneficio de un puñado de importadores de gasolina y con cargo directo al consumidor.

En México, la gasolina no se vende al precio determinado por la oferta y la demanda, como se hace en otros países en los que se compra en aproximadamente $6.50 por litro. Acá pagamos un precio obligatorio establecido por el gobierno, no por el mercado, y que hoy ronda los $13.00 por litro. Es decir, además de su valor al menudeo, $6.50, que incluye los costos y las ganancias del vendedor, los mexicanos pagamos un sobreprecio del 100%. Mientras Pemex ha sido el único importador legal, estas ganancias extraordinarias han ido a las arcas públicas, como una suerte de impuesto.

A partir de este mes, la importación de gasolina quedará abierta a empresas privadas; sin embargo, los precios controlados se mantendrán hasta 2018. Es decir, los consumidores seguiremos pagando lo mismo que antes, pero el sobreprecio ya no irá al erario, sino que será una ganancia extraordinaria de las empresas involucradas en su venta. Seguiremos pagando un gravamen, pero ahora en beneficio de un puñado de particulares. Y el pago será enorme.

Según información de Pemex, en México se venden diariamente unos 238.500,000 litros de gasolina. Con un sobreprecio de $6.50 por litro, esto significa $1,550.250,000 (mil quinientos cincuenta millones doscientos cincuenta mil pesos) de ganancia extraordinaria diaria. Esto suma $46,507,500,000 (en números redondos, cuarenta y seis mil quinientos millones de pesos) al mes. Durante los al menos veintiún meses en que esta situación prevalecerá, esto significa que pagaremos entre todos en total $976,657.500,000, cerca de un millón de millones (un billón) de pesos de sobreprecio por la gasolina.

Es decir, en los próximos dos años la población entregará a particulares, por orden del gobierno, un tributo de más de 57 mil millones de dólares, monto comparable al de las mayores fortunas del mundo. No serán legítimas ganancias por la inversión de capital, sino la acumulación originaria de nuevos grandes capitales con cargo directo a 120 millones de mexicanos.

No se trata pues de medidas neoliberales. Son dictados neofeudales.